How Can Jesus Be God and Man?/es

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Hay una doctrina que resulta tan sorprendente como la de la Trinidad: se trata de la doctrina de la Encarnación, es decir, el hecho de que Jesucristo sea Dios y hombre, y al mismo tiempo una única persona, por los siglos de los siglos. Como escribe el teólogo contemporáneo J.I. Packer: “Hay dos misterios por el precio de uno: la pluralidad de personas dentro de la unidad de Dios y la unión de divinidad y humanidad en la persona de Jesús. […] Nada de ficción es tan fantástico como esta verdad de la Encarnación”.[1]

La iglesia antigua consideraba la Encarnación como una de las verdades más importantes de nuestra fe. Por eso, formuló lo que sería la fe calcedonia, una declaración que expresa en qué de verdad tenemos que creer y no creer acerca de la Encarnación. Esta fe fue fruto de un largo concilio que tuvo lugar desde el 8 de octubre hasta el 1 de noviembre de 451 en la ciudad de Calcedonia y “se ha tomado como la definición estándar y ortodoxa de la doctrina bíblica acerca de la persona de Cristo desde entonces por” todas las ramas principales de la cristiandad.[2] Hay cinco verdades principales con las cuales la fe calcedonia sintetiza la doctrina bíblica acerca de la Encarnación.

1. Jesús tiene dos naturalezas: es Dios y hombre.
2. Cada naturaleza es plena y completa: Jesús es completamente Dios y completamente hombre.
3. Cada naturaleza queda separada.
4. Cristo es una única persona.
5. Las cosas válidas para una naturaleza son válidas para la persona de Cristo.

Una comprensión correcta de estas verdades aclara mucho nuestra confusión y nuestras dudas. ¿Cómo puede Jesús ser Dios y hombre al mismo tiempo? ¿Por qué esto no lo convierte en dos personas? ¿Cómo se relaciona su Encarnación con la Trinidad? ¿Cómo pudo Jesús tener hambre (Mateo 4:2) y morir (Marcos 15:37) cuando estaba en la tierra, aún siendo Dios? ¿Abandonó Jesús algunas de sus cualidades divinas en la Encarnación? ¿Por qué es inapropiado decir que Jesús es “parte” de Dios? ¿Sigue Jesús siendo humano ahora y aún tiene su cuerpo humano?

Jesús tiene dos naturalezas: la de Dios y de hombre

La primera verdad que tenemos que comprender es que Jesús es una persona con dos naturalezas: una naturaleza humana y una naturaleza divina. Dicho de otro modo, Jesús es Dios y hombre al mismo tiempo. Por consiguiente, tenemos que tener en cuenta las dos naturalezas.

Jesús es Dios

La Biblia enseña que Jesús no es meramente alguien que se parezca mucho a Dios o alguien que esté muy cerca de Dios. Más bien, Jesús es el Mismo Altísimo Dios. Tito 2:13 dice que como cristianos “aguardamos la bendita esperanza, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.” Después de ver al Cristo resucitado, Tomás exclamó: “¡Señor mío y Dios mío!” (Juan 20:28). Asimismo, el libro de los Hebreos nos da un testimonio directo de Dios Padre acerca de Cristo: “Pero con respecto al Hijo dice: ‘Tu trono, oh Dios, permanece por los siglos de los siglos”, y el evangelio según Juan define a Jesús como “el Hijo unigénito, que es Dios” (Juan 1:18).

Otra demostración que nos ofrece la Biblia de que Jesús es Dios es que tiene todas las cualidades de Dios. Es omnisciente (Mateo 18:20; 28:20; Hechos, 18:10), es omnipresente (Mt 16:21; Lucas 11:17; Juan 4:29), es todopoderoso (Mt 8:26, 27; 28:18; Jn 11:38-44; Lc 7:14-15; Apocalipsis 1:18), es eternamente independiente de todo lo que está fuera de él (Jn 1:4; 14:6; 8:58), gobierna todo (Mt 28:18; Ap 19:16; 1:5), nunca comenzó a existir y nunca dejará de hacerlo (Juan 1:1; 8:58), es nuestro Creador (Colosenses 1:16). Dicho de otro modo, todo lo que es Dios también lo es Jesús. Jesús equivale a Dios.

Precisamente, Jesús es Dios Hijo

Para una comprensión más completa de la Encarnación de Cristo es necesario entender algunos aspectos de la Trinidad. La doctrina de la Trinidad establece que Dios es un único ser y que este único Dios existe como tres personas diferentes. Esto quiere decir que, en primer lugar, tenemos que distinguir a cada persona de la Trinidad de las otras dos. El Padre no es el Hijo ni el Espíritu Santo, el Hijo no es el Espíritu Santo ni el Padre y el Espíritu Santo no es el Padre ni el Hijo. Cada uno de los tres es un centro distinto de conciencia, una forma distinta de existencia personal. Sin embargo, comparten exactamente la misma naturaleza/esencia divina. Por lo tanto, las tres personas son un único ser. El ser/esencia divino no se divide entre las personas en el sentido de que cada persona recibe un tercio, sino que las tres personas poseen el ser divino completa e igualmente, así que cada una de las tres personas es completa e igualmente Dios.

¿Cómo se relaciona con la Encarnación el hecho de que Dios sea tres personas en un único ser? Para contestar a esto, tenemos que tener en cuenta otra pregunta: ¿qué persona se encarnó en Jesucristo? ¿Las tres? ¿O solamente una? ¿Cuál? La respuesta bíblica es que sólo Dios Hijo se encarnó. Ni el Padre ni el Espíritu Santo se encarnaron en Jesús. Por lo tanto, Jesús es Dios, pero no es ni el Padre ni el Espíritu Santo. Jesús es Dios Hijo.

La vedad de que sólo Dios Hijo se encarnó se encuentra, por ejemplo, en Juan 1:14, que dice: “Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” En este contexto, el Verbo es Dios Hijo (cf. verss. 1, 18 y 3:16). Por lo tanto, no fue ni el Padre ni el Espíritu Santo quien se hizo hombre, sino Dios Hijo.

Asimismo, en el bautizo de Jesús vemos que el Padre afirma: “Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo.” (Lucas 3:22). No dijo: “Tú eres yo; estoy muy complacido conmigo mismo.” Más bien, el Padre afirmó que Jesús es el Hijo, suHijo, y que está muy complacido con él. En este mismo versículo también podemos ver que el Espíritu Santo se distingue del Padre y del Hijo, ya que el Espíritu Santo es presente en “forma de paloma.”

¿Por qué es importante saber que Jesús es concretamente Dios Hijo? Una razón es que, si no entendemos esto correctamente, estaremos en error acerca de la verdadera identidad de nuestro Salvador. Además, esto afecta enormemente la manera de relacionarnos con nuestro Dios trino. Si creemos que Jesús es el Padre y/o el Espíritu Santo, estaremos enormemente equivocados y confundidos en nuestras oraciones. Por último, se considera herejía creer que el Padre se encarnó en Jesús.

Jesús es hombre

Debería resultar obvio que, si Jesús es Dios, entonces, siempre ha sido Dios. Nunca ha habido un tiempo en el que se hizo Dios, ya que Dios es eterno. Si embargo, Jesús no ha sido siempre hombre. El milagro maravilloso es que este Dios eterno se hizo hombre en la Encarnación aproximadamente hace 2.000 años. Esto es lo que fue la Encarnación: Dios Hijo se hizo hombre. Éste es el gran acontecimiento que celebramos en Navidad.

Pero ¿qué es exactamente lo que queremos decir cuando afirmamos que Dios Hijo se hizo hombre? Seguro no queremos afirmar que se transformó en un hombre en el sentido de que dejó de ser Dios y empezó a ser hombre. Jesús no abandonó nada de su divinidad en la Encarnación, como es evidente a partir de los versículos que hemos visto. Más bien, como lo explica uno de los primeros teólogos: “Quedando lo que era, se convirtió en lo que no era.” Cristo “no era entonces Dios menos algunos elementos de su divinidad, sino Dios más todo lo que había hecho propio adquiriendo humanidad en si mismo.”[3] Por lo tanto, Jesús no abandonó ninguna de sus cualidades divinas en la Encarnación. Quedó totalmente en posesión de todas ellas, ya que, si abandonara alguna de sus cualidades divinas, dejaría de ser Dios.

Creer en la humanidad de Jesús es tan importante como creer en su divinidad. El apóstol Juan dice con vehemencia que quien que no reconoce la humanidad de Jesús es el espíritu del anticristo (1 Juan 4:2; 2 Juan 7). La humanidad de Jesús es evidente en el hecho de que nació como un bebé de una madre humana (Lucas 2:1; Gálatas 4:4), en el hecho de que sentía el cansancio (Juan 4:6), la sed (Juan 19:28) y el hambre (Mateo 4:2); y en el hecho de que experimentó toda la variedad de las emociones humanas, como la maravilla (Mateo 8:10), el llanto y la tristeza (Juan 11:35). Vivió en la tierra como lo hacemos nosotros.

Jesús es un hombre sin pecado

Es esencial saber también que Cristo no tiene naturaleza de pecador y que nunca cometió pecado, aunque fue tentado de todas las maneras posibles (Hebreos 4:15). Por lo tanto, Jesús es completa y perfectamente hombre y probó también toda la variedad de las experiencias humanas. Tenemos a un Salvador que se puede identificar realmente con nosotros, porque es un hombre y además nos puede ayudar de verdad en la tentación, porque nunca cometió pecado. Es una verdad asombrosa que tenemos que valorar y que separa la cristiandad de las otras religiones.

Cada naturaleza es plena y completa

Después de observar las bases bíblicas de que Jesús es Dios y hombre a la vez, la segunda verdad que tenemos que reconocer es que cada una de las naturalezas de Cristo es plena y completa. Es decir, Jesús es completamente Dios y completamente hombre. Podemos decir también que Jesús es 100% Dios y 100% hombre.

Jesús es completamente Dios

Hemos observado que cada persona de la Trinidad es completamente Dios. Cada una de las tres personas de la Trinidad no es un tercio de Dios, sino que todas son Dios. Por lo tanto, Jesús es completamente Dios, ya que es la encarnación de Dios Hijo. Esto significa que todo lo que es esencial para Dios es válido para Jesús. Jesús no es ni parte de Dios ni un tercio de Dios, sino completamente Dios. “Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo” (Colosenses 2:9).

Jesús es completamente hombre

Es importante reconocer también que cuando decimos que Jesús es hombre, no significa simplemente que sea en parte hombre. Lo que queremos decir es que es completamente humano: todo lo que forma parte de la esencia humana es válido para él. Es tan realmente humano como nosotros.

La humanidad completa y real de Jesús es evidente a partir del hecho de que tiene un cuerpo humano (Lucas 24:39), una mente humana (Lucas 2:52) y un alma humana (Mateo 26:38). Jesús no se parece simplemente a un hombre, no tiene simplemente aspectos esenciales para los hombres reales sin tener los otros, sino que posee plena humanidad.

Nos puede ser útil tener conciencia de las falsas visiones acerca de la persona de Cristo, puesto que hacernos una idea de lo en que no tenemos que creer, nos dará un cuadro más completo acerca de lo en que tenemos que creer. Una de las falsas visiones que se rechazaron en el Concilio de Calcedonia afirmaba que “la única persona de Cristo tenía un cuerpo humano, pero no una mente ni un espíritu humanos y que la mente y el espíritu de Cristo procedían de la naturaleza de Dios Hijo.”[4] Como esta visión no reconocía la humanidad de la mente y del espíritu de Jesús, negaba que Cristo fuera plena y realmente hombre. Es decir, presentaba a Cristo como una especie de hombre a medias con un cuerpo humano, pero cuya mente y alma han sido sustituidas por la naturaleza divina. Sin embargo, como hemos observado, Jesús es tan completamente humano como nosotros, puesto que posee todos los elementos esenciales de la naturaleza humana, de igual modo que todos los elementos esenciales de la divinidad. Tiene, efectivamente, un cuerpo humano, un alma humana, una mente humana, una voluntad humana y emociones humanas. Su mente humana no fue sustituida por su mente divina. Mejor dicho, tiene una mente humana y una divina a la vez. Por todas estas razones, frases como “Jesús es Dios con un cuerpo” o “Jesús es Dios con piel” pueden llevar a engaño.

Jesús será completamente Dios y completamente hombre para siempre

Para la gran mayoría de la gente resulta obvio que Jesús será Dios para siempre. Sin embargo, por alguna razón, se nos escapa a muchos que Jesús también será hombre para siempre. Sigue siendo hombre mientras están leyendo esto y lo será por los siglos de los siglos. La Biblia dice claramente que Jesús se levantó físicamente de la muerte en el mismo cuerpo en el que murió (Lucas 24:39) y luego ascendió a los cielos como hombre, en su cuerpo físico (Hechos 1:9; Lucas 24:50-51). No habría tenido sentido para él hacer esto, si, una vez llegado a los cielos, iba a abandonar su cuerpo y dejar de ser humano.

La confirmación de que Cristo siguió siendo humano, con un cuerpo físico, después su Ascensión, la encontramos en el hecho de que, cuando regrese, lo hará como hombre, en su cuerpo. Volverá físicamente. Filipenses 3:21 dice que en su Segunda Venida Cristo “transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso”. En el versículo queda claro que Jesús todavía tiene su cuerpo. Se trata de un cuerpo glorificado, que Pablo llama “su cuerpo glorioso”. Cuando Cristo regrese, aún lo tendrá, ya que este versículo dice que transformará nuestros cuerpos para que se parezcan al suyo. Jesús y todos los cristianos, entonces, seguirán viviendo juntos en sus cuerpos para siempre, porque el cuerpo resucitado no puede morir (1 Corintios 15:42), ya que es eterno (2 Corintios 5:1).

¿Por qué Jesús se hizo hombre? y ¿por qué será hombre para siempre? El libro de los Hebreos dice que así Cristo podía ser un Salvador apropiado, que tiene todo lo que necesitamos: “era preciso que en todo se asemejara a sus hermanos, para ser un sumo sacerdote fiel y misericordioso al servicio de Dios, a fin de expiar los pecados del pueblo.” (2:17). En primer lugar, observen que Jesús se hizo hombre para que pudiera morir por nuestros pecados. Tenía que ser humano para pagar por los pecados humanos. En segundo lugar, este versículo dice que, siendo Jesús tan humano como nosotros, puede ser un sumo sacerdote fiel y misericordioso. Su humanidad le permite simpatizar e identificarse completamente con nosotros. En esto no les puedo ser muy útil, pero creo que resulta perjudicial para nuestro consuelo y nuestra fe no saber que Jesús sigue siendo hombre y aún tiene su cuerpo humano; porque si ya no es hombre en los cielos, ¿cómo podríamos estar seguros de que puede simpatizar completamente con nosotros? Lo que le permite simpatizar con nosotros, ser un sumo sacerdote fiel y misericordioso y conocer nuestros sentimientos no es el hecho de haber estado una vez en la tierra como hombre, sino el hecho de que seguirá siendo el mismo hombre para siempre.

Cada naturaleza queda separada

Los cristianos conocen muy bien la verdad de las dos naturalezas de Cristo, plena humanidad y plena divinidad. Sin embargo, para una correcta comprensión de la Encarnación, tenemos que ir más allá de eso. Tenemos que entender que las dos naturalezas de Cristo quedan separadas y mantienen sus propiedades. ¿Qué quiere decir esto? Dos cosas: (1) Cada una no modifica las propiedades esenciales de la otra y (2) no se mezclan formando un misterioso tercer tipo de naturaleza.

En primer lugar, sería incorrecto pensar que las dos naturalezas de Cristo se mezclan para formar un tercer tipo de naturaleza. Ésta es una de las herejías que la iglesia antigua tuvo que combatir. Según esta herejía, “la naturaleza humana de Cristo fue asimilada y absorbida por la naturaleza divina, así que las dos naturalezas se convirtieron en algo diferente, lo que produjo un tercer tipo de naturaleza. Podemos observar un fenómeno análogo poniendo una gota de tinta en un vaso de agua: el resultado no es ni tinta pura ni agua pura, sino una tercera sustancia, una mezcla de las dos, en la que tanto la tinta como el agua han cambiado. Asimismo, [según esta doctrina,] Jesús era una mezcla de elementos divinos y humanos, en las que ambos resultaban ser algo modificado para formar una naturaleza nueva.”[5] Esta visión está en contra de la Biblia, porque destruye la divinidad y la humanidad de Cristo; de hecho, si se mezclan las dos naturalezas de Cristo, él ya no es verdadera y completamente Dios y verdadera y completamente hombre, sino un tipo de ser completamente distinto, resultado de la mezcla de dos naturalezas.

En segundo lugar, aunque aceptáramos que las naturalezas no se mezclan formando un tercer tipo de naturaleza, de todos modos, sería incorrecto pensar que una de las dos naturalezas cambió la otra. Por ejemplo, sería incorrecto afirmar que, de alguna manera, la naturaleza humana de Jesús se hizo divina y que, de alguna manera, su naturaleza divina se hizo humana. En realidad, cada naturaleza queda separada, por lo tanto, mantiene sus propiedades individuales y no cambia. Como declaró el Concilio de Calcedonia: “… la unión de las dos naturalezas de ninguna manera perjudica su distinción, sino que conserva las propiedades de cada naturaleza…”[6] La naturaleza humana de Jesús es humana y solamente humana. Su naturaleza divina es divina y solamente divina. Por ejemplo, la naturaleza humana de Jesús no se volvió omnisciente a través de la unión con Dios Hijo y su naturaleza divina no dejó de serlo por eso. Si cualquiera de las naturalezas hubiera sufrido un cambio en su naturaleza esencial, entonces Cristo ya no sería verdadera y completamente humano o verdadera y completamente divino.

Cristo es una única persona

Lo que hemos observado hasta ahora acerca de la divinidad y de la humanidad de Cristo nos demuestra que Cristo tiene dos naturalezas, una naturaleza divina y una naturaleza humana; que cada naturaleza es plena y completa; que quedan separadas y no se mezclan para formar un tercer tipo de naturaleza; y que Cristo será eternamente Dios y hombre al mismo tiempo.

Pero, si Cristo tiene dos naturalezas, ¿quiere decir que es dos personas? La respuesta es no. Cristo queda una única persona. Así es cómo la iglesia ha establecido históricamente esta verdad: Cristo es dos naturalezas unidas eternamente en una única persona.

Aquí es donde encontramos otra visión herética con la que hay que tener cuidado. Esta visión, aceptando que Jesús es completamente Dios y completamente hombre, niega el hecho de que sea una única persona. Según esta visión, hay dos personas separadas en Cristo, al igual que dos naturalezas. En contraste con esto, la Biblia dice claramente que, aunque Jesús tiene dos naturalezas, es una única persona, lo que quiere decir que no hay dos Jesucristos. Aunque hay una dualidad de naturalezas, no hay dos Cristos, sino uno. Aunque quedan separadas, las dos naturalezas están unidas de tal manera que son una única persona.

Hablando en términos claros, podemos decir que hay un sentido en el que hay dos Cristos y otro sentido diferente en el que Cristo esuno. Hay dos porque hay dos naturalezas reales y completas, una divina y una humana. Es uno porque, aunque quedan separadas, estas dos naturalezas coexisten de tal manera que constituyen “una única cosa”. Dicho de otro modo, las dos naturalezas son el mismo Jesús, por lo tanto, son una única persona. Como afirma la fe calcedonia, en Cristo “hay que reconocer dos naturalezas… que coinciden en una única persona y una única sustancia, no separadas ni divididas en dos personas, sino una, el mismo y único Hijo unigénito, que es Dios, el Verbo, nuestro Señor Jesucristo…”

Pruebas de que Cristo es una única persona

Ahora examinaremos tres aspectos de la doctrina bíblica que demuestran que, aunque Cristo tiene dos naturalezas separadas e invariables, queda una única persona.

1. Las dos naturalezas se representan en las Escrituras como formando “una única cosa”, o sea unidas en una única persona.

En Juan 1:14 leemos: “Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros.” Aquí observamos las dos naturalezas: el Verbo (su divinidad) y el hecho de ser hombre (su humanidad). Sin embargo, también observamos que hay una única persona, ya que leemos que el Verbo se hizo hombre. El concepto de “hacerse hombre” implica el reconocimiento de la unidad de las dos naturalezas, como el hecho de que sean una única cosa, o sea, una única persona. De lo contrario, ¿en qué sentido Juan escribe que el Verbo se hizo hombre si no constituyen una única persona? Seguro no quiere decir que se “transformó” en hombre, ya que esto estaría en contra de la doctrina de las Escrituras acerca de la distinción de las naturalezas. Otros pasajes de las Escrituras relacionados con esta prueba son: Romanos 8:3, Gálatas 4:4, 1 Timoteo 3:16, Hebreos 2:11-14, 1 Juan 4:2,3.

2. Jesús nunca habla de si mismo como “nosotros”, sino siempre como “yo”.

3. Muchos pasajes se refieren a las dos naturalezas de Cristo, pero queda claro que se habla de una única persona.

Es imposible leer los pasajes a continuación, que afirman claramente las dos naturalezas de Cristo, y concluir que Cristo es dos personas. “En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana…” (Romanos 8:3). “Pero cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley…” (Gálatas 4:4). “… quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a que aferrarse [o sea usarlo para sacar provecho]. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos” (Filipenses 2:6-7).

Hemos observado cómo Cristo es dos naturalezas en una única persona y también lo que esto implica. Ahora vamos a examinar una de las implicaciones principales; esto nos tendría que ayudar a tener un cuadro completo y a entenderlo.

Implicaciones: las cosas válidas para una de las dos naturaleza, pero no para la otra, no son válidas tampoco para la persona de Cristo

Como hemos observado, el hecho de que Cristo tenga dos naturalezas quiere decir que hay cosas que son válidas en su naturaleza humana que no lo son en su naturaleza divina; y hay cosas válidas en su naturaleza divina que no lo son en su naturaleza humana. Por ejemplo, su naturaleza humana siente el hambre, pero su naturaleza divina nunca podría estar hambrienta. Por lo tanto, cuando Cristo tenía hambre en la tierra, la que estaba hambrienta era su humanidad, no su naturaleza divina.

Sin embargo, la verdad que ahora tenemos que entender es que, a través de la unión de las dos naturaleza en una única persona, las cosas válidas para una de las naturalezas de Cristo y hechas por ella, son válidas para la persona de Cristo y hechas por ella. Dicho de otro modo, las cosas hechas por una de las dos naturalezas se pueden considerar hechas por Cristo en persona. Asimismo, las cosas válidas para una naturaleza, pero no para la otra, son válidas para la persona de Cristo en su totalidad. Lo que esto quiere decir, en términos claros, es que si hay algo que solamente una de las naturalezas de Cristo hizo, él puede decir: “Yo lo hice.”

Hay muchos pasajes en las Escrituras que lo demuestran. Por ejemplo, Jesús dice en Juan 8:58: “… antes de que Abraham naciera, ¡yo soy!” Ahora bien, la naturaleza humana de Cristo no existía antes de Abraham, lo que existe eternamente es la naturaleza divina de Cristo. Pero, como Cristo es una única persona, puede decir que, antes de que naciera Abraham, él existía.

Otro ejemplo es la muerte de Cristo. Dios no puede morir. Nunca deberíamos hablar de la muerte de Cristo como de la muerte de Dios. Sin embargo, los humanos pueden morir y la naturaleza humana de Jesús murió. Por lo tanto, aunque la naturaleza divina de Jesús no murió, podemos decir que la persona de Cristo experimentó la muerte, debido a la unión de las dos naturalezas en la única persona de Cristo. Por eso, Grudem dice: “en virtud de unión con la naturaleza humana de Jesús, su naturaleza divina de alguna manera experimentó algo de lo que es la muerte. Lapersona de Cristo experimentó la muerte.”[7]

¿Se han preguntado ustedes alguna vez cómo Jesús podía decir que no sabía el día ni la hora de su regreso (Mateo 24:36) a pesar de ser omnisciente (Juan 21:17)? Si Jesús es Dios, ¿por qué no conocía el día de su regreso? Esto se soluciona comprendiendo que Cristo es una persona con dos naturalezas. La respuesta es que, con respecto a su naturaleza humana, Jesús no es omnisciente. Por lo tanto, en su naturaleza humana, de verdad no conocía el día y la hora de su regreso. Sin embrago, en su naturaleza divina, tiene conocimiento de todas las cosas y por lo tanto en su naturaleza divina sabe cuándo volverá.

Ahora llega la parte más fascinante. Como las dos naturalezas están unidas en una única persona, el hecho de que la naturaleza humana de Cristo no sabe cuándo volverá significa que la persona de Cristo no sabe cuándo volverá. Por lo tanto, la persona de Jesús podía decir sinceramente: “Pero en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre” (Mateo 24:36). Pero, al mismo tiempo, en virtud de su naturaleza divina, podemos decir que la persona de Cristo sabía cuándo volvería. El conocimiento y el desconocimiento del momento de su regreso son verdaderos a la vez en Cristo, pero de maneras distintas. En su naturaleza humana, la persona de Cristo ignoraba cuándo volvería; sin embargo, en su naturaleza divina, la persona de Cristo sabía cuándo ocurriría. Por lo tanto, el mismo Cristo sabía y no sabía al mismo tiempo cuándo volverá.

Conclusión

Hemos visto las pruebas bíblicas del hecho de que Cristo sea Dios Hijo, de que tiene una naturaleza divina y humana a la vez, de que cada naturaleza es plena y completa, de que cada naturaleza queda separada, de que Cristo, a pesar de eso, es una única persona y de que las cosas que son válidas para una de las dos naturaleza son válidas también para la persona.

La relevancia de estas verdades debería ser obvia para nosotros, para los que vemos la verdadera esencia de Cristo. Conocer estas verdades afectará enormemente nuestra visión de Cristo y hará los relatos evangélicos más vivos. Como tal, esta comprensión profundizará nuestra devoción hacia Cristo.

En segundo lugar, comprender mejor la Encarnación de Dios Hijo tendría que intensificar mucho nuestra veneración. Nos dará mucha maravilla y alegría el hecho de que la persona eterna de Dios Hijo se hizo hombre y lo será para siempre. Nuestro reconocimiento del valor de Cristo aumentará y nuestra fe en él se fortalecerá gracias a esta comprensión más profunda de lo que es.

La unión de la divinidad y de la humanidad de Cristo en una única persona hace que tengamos todo lo que necesitamos en el mismo Salvador. ¡Qué cosa más gloriosa! Jesús es Dios, y por eso es todopoderoso e invencible; es Dios, y por eso es el único Salvador apropiado; es Dios, y por eso los fieles están a salvo y nunca pueden morir, nos da seguridad; es Dios, y por eso podemos estar seguros de que nos dará fuerzas para llevar a cabo la tarea que nos ha asignado; es Dios, y por eso todo el mundo tendrá que responder ante él, cuando vuelva para juzgar el mundo.

Jesús es hombre, y por eso experimentó las mismas cosas que nosotros. Es hombre, y por eso se puede identificar más profundamente con nosotros. Es hombre, y por eso nos puede ayudar como sumo sacerdote comprensivo, cuando alcanzamos los límites de nuestras debilidades humanas. Es hombre, y por eso no nos podemos quejar de que Dios no conoce nuestro sufrimiento, puesto que lo experimentó en primera persona.

En fin, tenemos que estar preparados para defender la verdad de la divinidad de Jesús, de su humanidad y de la unión éstas en una única persona sin confusión. Por lo tanto, hay que tomar en consideración la idea de memorizar los versículos que demuestran que Jesús es Dios y hombre a la vez y ser capaces de de explicar a los demás la relación entre las dos naturalezas de Cristo.

Aguardamos el día en que podamos ver a nuestro Salvador cara a cara. Hasta entonces, que la grata esperanza de ese día inspire en nosotros una gran diligencia en servirlo y venerarlo.

  1. J.I. Packer, Knowing God (Downers Grove, Illinois: InterVarsity Press, edición de 1993), pág. 53.
  2. Wayne Grudem, Systematic Theology: An Introduction to Biblical Doctrine (InterVarsity y Zondervan Publishing, 1994), pág. 556.
  3. Packer, pág. 57.
  4. Grudem, pág. 554.
  5. Grudem, pág. 556.
  6. Chalcedonean Creed, mencionado en Grudem, pág. 557.
  7. Grudem, pág. 560
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