How Can Jesus Be God and Man?/es
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- | {{info|¿Cómo puede Jesús ser Dios y hombre?}}__NOTOC__Igualmente asombrosa a la doctrina de la Trinidad es la doctrina de la Encarnación—que Cristo Jesús es Dios y hombre, aunque una persona, por siempre. Como J.I. Packer dijo: “Aquí hay dos misterios por el precio de uno—la pluralidad de personas en la unidad de Dios, la unión de la Deidad y humanidad en la persona de Jesús. … Nada en ficción es tan fantástica como es la verdad de la Encarnación,” escribe el teólogo contemporáneo J.I. Packer. | + | {{info|¿Cómo puede Jesús ser Dios y hombre?}}__NOTOC__Igualmente asombrosa a la doctrina de la Trinidad es la doctrina de la Encarnación—que Cristo Jesús es Dios y hombre, aunque una persona, por siempre. Como J.I. Packer dijo: “Aquí hay dos misterios por el precio de uno—la pluralidad de personas en la unidad de Dios, la unión de la Deidad y humanidad en la persona de Jesús. … Nada en ficción es tan fantástica como es la verdad de la Encarnación,” escribe el teólogo contemporáneo J.I. Packer.<ref>J.I. Packer, Knowing God (Downers Grove, Illinois: InterVarsity Press, edición de 1993), pág. 53.</ref> |
La iglesia primitiva consideraba la Encarnación como una de las verdades más importantes de nuestra fe. Por eso, formularon lo que vendría a ser el Credo de Calcedonia, una declaración que expresa qué es lo que debemos creer y lo que no debemos creer acerca de la Encarnación. Este credo fue el fruto de un largo concilio que tomo lugar desde el 8 de octubre hasta el 1ro de noviembre de 451, en la ciudad de Calcedonia y “ha sido tomado como la definición estándar y ortodoxa de la enseñanza bíblica sobre la persona de Cristo desde esa fecha” por todas las ramas principales del Cristianismo.<ref>Wayne Grudem, Systematic Theology: An Introduction to Biblical Doctrine (InterVarsity y Zondervan Publishing, 1994), pág. 556.</ref> Existen cinco verdades principales con las que el Credo de Calcedonia resumió la enseñanza bíblica acerca de la Encarnación. | La iglesia primitiva consideraba la Encarnación como una de las verdades más importantes de nuestra fe. Por eso, formularon lo que vendría a ser el Credo de Calcedonia, una declaración que expresa qué es lo que debemos creer y lo que no debemos creer acerca de la Encarnación. Este credo fue el fruto de un largo concilio que tomo lugar desde el 8 de octubre hasta el 1ro de noviembre de 451, en la ciudad de Calcedonia y “ha sido tomado como la definición estándar y ortodoxa de la enseñanza bíblica sobre la persona de Cristo desde esa fecha” por todas las ramas principales del Cristianismo.<ref>Wayne Grudem, Systematic Theology: An Introduction to Biblical Doctrine (InterVarsity y Zondervan Publishing, 1994), pág. 556.</ref> Existen cinco verdades principales con las que el Credo de Calcedonia resumió la enseñanza bíblica acerca de la Encarnación. | ||
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Current revision as of 20:34, 20 August 2009
Igualmente asombrosa a la doctrina de la Trinidad es la doctrina de la Encarnación—que Cristo Jesús es Dios y hombre, aunque una persona, por siempre. Como J.I. Packer dijo: “Aquí hay dos misterios por el precio de uno—la pluralidad de personas en la unidad de Dios, la unión de la Deidad y humanidad en la persona de Jesús. … Nada en ficción es tan fantástica como es la verdad de la Encarnación,” escribe el teólogo contemporáneo J.I. Packer.[1]
La iglesia primitiva consideraba la Encarnación como una de las verdades más importantes de nuestra fe. Por eso, formularon lo que vendría a ser el Credo de Calcedonia, una declaración que expresa qué es lo que debemos creer y lo que no debemos creer acerca de la Encarnación. Este credo fue el fruto de un largo concilio que tomo lugar desde el 8 de octubre hasta el 1ro de noviembre de 451, en la ciudad de Calcedonia y “ha sido tomado como la definición estándar y ortodoxa de la enseñanza bíblica sobre la persona de Cristo desde esa fecha” por todas las ramas principales del Cristianismo.[2] Existen cinco verdades principales con las que el Credo de Calcedonia resumió la enseñanza bíblica acerca de la Encarnación.
1. Jesús tiene dos naturalezas—Él es Dios y hombre.
2. Cada naturaleza es plena y completa—Él es completamente Dios y completamente hombre.
3. Cada naturaleza se mantiene distinta.
4. Cristo es una sola Persona
5. Las cosas que son verdad de solo una de las naturalezas son, no obstante, verdad de la Persona de Cristo.
Un entendimiento apropiado de estas verdades aclara mucha confusión y numerosas dudas que talvez tengamos en nuestras mentes. ¿Cómo puede Jesús ser Dios y hombre al mismo tiempo? ¿Por qué esto no lo hace dos personas? ¿Cómo se relaciona su Encarnación a la Trinidad? ¿Cómo pudo Jesús haber tenido hambre (Mateo 4:2) y morir (Marcos 15:37) cuando estaba en la tierra, y aún ser Dios? ¿Abandonó Jesús algunos de sus atributos divinos en la Encarnación? ¿Por qué es impreciso decir que Jesús es una “parte” de Dios? ¿Sigue siendo Jesús humano ahora, y todavía Él tiene su cuerpo humano?
Jesús tiene dos naturalezas—Dios y hombre
La primera verdad que tenemos que entender es que Jesús es una Persona que tiene dos naturalezas, una naturaleza divina y una naturaleza humana. En otras palabras, Jesús es ambos Dios y hombre. Veremos cada una de las naturalezas respectivamente.
Jesús es Dios
La Biblia enseña que Jesús no es alguien que simplemente se parece mucho a Dios, o alguien que tiene un caminar muy cercano con Dios. En cambio, Jesús es el mismo Dios Altísimo. Tito 2:13 dice que como cristianos “aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús” Después de ver al Cristo resucitado, Tomás exclamó: ¡Señor mío y Dios mío!” (Juan 20:28). De la misma forma, el libro de Hebreos nos da el testimonio directo de Dios Padre acerca de Cristo: “Pero con respecto al Hijo dice: ‘Tu trono, oh Dios, es por los siglos de los siglos”, y el evangelio según Juan llama a Jesús “el unigénito Dios” (Juan 1:18).
Otra forma que en la Biblia enseña que Jesús es Dios es al demostrar que Él tiene todos los atributos de Dios. Él sabe todo (Mateo 18:20; 28:20; Hechos, 18:10), esta en todo lado (Mat 16:21; Lucas 11:17; Juan 4:29), tiene todo el poder (Mat 8:26, 27; 28:18; Jn 11:38-44; Lc 7:14-15; Apocalipsis 1:18), no depende de nada fuera de si mismo para vivir (Jn 1:4; 14:6; 8:58), gobierna sobre todo (Mat 28:18; Ap 19:16; 1:5), nunca comenzó a existir y nunca cesará de existir (Juan 1:1; 8:58), y es nuestro Creador (Colosenses 1:16). En otras palabras, todo lo que Dios es, Jesús es. Porque Jesús es Dios.
Específicamente, Jesús es Dios el Hijo
A fin de lograr una más completa comprensión de la encarnación de Cristo, es necesario tener algún tipo de entendimiento del la Trinidad. La doctrina de la Trinidad afirma que Dios es un ser, y que este único Dios existe como tres personas distintas. Esto significa que, en primer lugar, debemos distinguir a cada Persona de la Trinidad de las otras dos. El Padre no es el Hijo ni el Espíritu Santo, el Hijo no es el Espíritu Santo ni el Padre, y el Espíritu Santo no es el Padre ni el Hijo. Cada uno ellos es un centro distinto de conciencia, una forma distinta de existencia personal. Sin embargo, todos ellos comparten exactamente la misma naturaleza/esencia divina. Por consiguiente, las tres personas son un único ser. El ser/esencia divino no es algo que esta dividido entre las Personas, que cada persona recibe un tercio. Sino, en cambio el ser divino es completa e igualmente poseído por cada una de las tres Personas de tal forma que las tres Personas son completa e igualmente Dios.
¿Cómo el hecho de que Dios es tres personas en un único Ser se relaciona a la encarnación? Para contestar a esto, consideremos otra pregunta. ¿Qué persona se encarnó en Jesucristo? ¿Las tres? ¿O sólo una? ¿Cuál? La respuesta Bíblica es que sólo Dios el Hijo se encarnó. El Padre no vino a encarnarse en Jesús, ni tampoco el Espíritu Santo. Por tanto, Jesús es Dios, pero Él no es ni el Padre ni el Espíritu Santo. Jesús es Dios el Hijo.
La verdad de que sólo Dios Hijo se encarnó es enseñada, por ejemplo, en Juan 1:14, que dice: “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” En contexto, el Verbo es Dios el Hijo (cf. v. 1, 18, y 3:16). Por tanto, no fue el Padre ni el Espíritu Santo quien se hizo hombre, sino Dios el Hijo.
De igual manera, en el bautismo de Jesús vemos al Padre afirmando “Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido.” (Lucas 3:22). Él no dijo, “Tú eres yo; y conmigo estoy muy complacido.” Más bien, el Padre afirmó que Jesús es el Hijo, Su Hijo, y que Jesús le complace mucho a Él. En este mismo verso también vemos que el Espíritu Santo es distinto del Padre y del Hijo, porque el Espíritu Santo está en “forma corporal como una paloma.”
¿Por qué es importante saber que Jesús es específicamente Dios el Hijo? Por algo, si no entendemos nos estaríamos equivocando acerca de la misma identidad de nuestro salvador. Además, esto afecta grandemente la forma en la que nos relacionamos con nuestro Dios triuno. Si pensamos que Jesús es el Padre y/o el Espíritu Santo, estaremos enormemente equivocados y confundidos en nuestras oraciones. Por último, es considerada una herejía creer que el Padre vino a ser encarnado en Jesús.
Jesús es hombre
Debería ser obvio que si Jesús es Dios, entonces el siempre ha sido Dios. Nunca ha habido un tiempo en el que se hizo Dios, ya que Dios es eterno. Pero Jesús no ha sido siempre hombre. El milagro fantástico es que este Dios eterno se hizo hombre en la Encarnación aproximadamente 2,000 años atrás. Eso es lo que fue la Encarnación—Dios el Hijo haciéndose hombre. Y éste es el gran evento que celebramos en la Navidad.
Pero ¿A qué nos referimos exactamente cuando decimos que Dios el Hijo se hizo hombre? Con certeza no nos referimos a que Él se volvió en un hombre, en el sentido que Él cesó de ser Dios y comenzó a ser hombre. Jesús no renunció nada de Su divinidad en la Encarnación, como es evidente en los versos que vimos anteriormente. En cambio, como lo afirma uno de los primeros teólogos, “Continuando lo que Él era, se convirtió en lo que no era.” Cristo “no era ahora Dios menos algunos elementos de Su deidad, sino Dios más todo lo Él había hecho suyo al tomar humanidad para Si mismo.”[3] Por tanto, Jesús no renunció de Sus atributos divinos en la Encarnación. Él se mantuvo en total posesión de todos ellos. Porque si Él alguna vez fuera a renunciar alguno de Sus atributos divinos, Él dejaría de ser Dios.
La verdad de la humanidad de Jesús es tan importante de afirmar como la verdad de su deidad. El apóstol Juan dice fuertemente que si alguien niega que Jesús es hombre es del espíritu el anticristo (1 Juan 4:2; 2 Juan 7). La humanidad de Jesús es demostrada en el hecho que Él fue nacido como un bebe de una madre humana (Lucas 2:7; Gálatas 4:4), en que Él sintió cansancio (Juan 4:6), sed (Juan 19:28), y hambre (Mateo 4:2); y que Él experimento todo el rango de emociones humanas como maravillarse (Mateo 8:10), llorar, y sentir dolor (Juan 11:35). Él vivió en la tierra justo como nosotros lo hacemos.
Jesús es un hombre sin pecado
También es esencial saber que Cristo no tiene una naturaleza pecaminosa, y que nunca cometió pecado—aunque Él fue tentado en todo (Hebreos 4:15). Por tanto, Jesús es completa y perfectamente hombre, y también ha experimentado toda la gama de la experiencia humana. Tenemos un Salvador que verdaderamente puede identificarse con nosotros porque Él es hombre, y que también verdaderamente puede ayudarnos en la tentación porque Él nunca ha pecado. Es una verdad asombrosa para apreciar, y que separa al Cristianismo de las otras religiones.
Cada naturaleza es plena y completa
Habiendo visto las bases bíblicas de que Jesús es, ambos, Dios y hombre, la segunda verdad que debemos reconocer es que cada una de las naturalezas de Cristo es plena y completa. En otras palabras, Jesús es completamente Dios y completamente hombre. Otra forma fácil de afirmarlo es Jesús es 100% Dios y 100% hombre.
Jesús es completamente Dios
Antes vimos que cada Persona de la Trinidad es completamente Dios. Las tres Personas de la Trinidad no son cada uno un tercio de Dios, sino cada uno es el todo de Dios. Por tanto, Jesús es completamente Dios, ya que es Dios el Hijo encarnado. Esto significa que todo lo que es esencial para ser Dios es verdad de Jesús. Jesús no es parte de Dios, ni un tercio de Dios. Al contrario, Él es completamente Dios. “Porquetoda la plenitud de la Deidad reside corporalmente en El” (Colosenses 2:9).
Jesús es completamente hombre
Es también importante reconocer que cuando decimos que Jesús es hombre, no nos referimos simplemente a que Él es parcialmente hombre. Nos referimos a que Él es completamente humano—todo lo que pertenece a la esencia de la verdadera humanidad es verdad de el. Él es realmente tan humano como el resto de nosotros.
El hecho de que Jesús es real y completamente humano es visible del hecho que Él tiene un cuerpo humano (Lucas 24:39), una mente humana (Lucas 2:52), y un alma humana (Mateo 26:38). Jesús no solamente se parece un hombre, Él no solamente tiene algunos aspectos de lo que es esencial para la verdadera humanidad pero sin los otros, sino que posee completa humanidad.
Es de ayuda estar conscientes de las falsas perspectivas acerca de Cristo. Porque si tenemos un entendimiento de lo que no debemos creer, eso nos dará una figura más completa de lo que debemos creer. Una de las falsas perspectivas que fue rechazada en el concilio de Calcedonia enseñaba que “la única persona de Cristo tenia un cuerpo humano pero no una mente o espíritu humano, y que la mente y el espíritu de Cristo eran de la naturaleza divina de Dios el Hijo.”[4] Debido a que esta perspectiva no creía que Jesús tiene una mente y espíritu humano, de hecho negaba que Cristo es completa y verdaderamente hombre. En cambio, presentaba a Cristo como una especie de medio hombre que tiene un cuerpo humano, pero su mente y su espíritu han sido reemplazados por la naturaleza divina. Pero como vimos antes, Jesús es realmente tan humano como el resto de nosotros, porque de la misma manera que tiene todos los elementos de la Deidad, Él tiene todos elementos esenciales de la naturaleza humana, un cuerpo humano, un alma humano, una mente humana, una voluntad humana, y emociones humanas. Su mente humana no fue reemplazada por su mente divina. Sino en cambio, el tiene ambas la mente humana y divina. Por estas razones, pueden ser engañosas usar frases como “Jesús es Dios en un cuerpo” o “Jesús es Dios con piel encima.”
Jesús será completamente Dios y completamente hombre por siempre
Para la gran mayoría de las personas es obvio que Jesús será Dios por siempre. Pero por alguna razón a muchos de nosotros se nos escapa que Jesús también será hombre por siempre. Él sigue siendo hombre ahora mismo mientras lees esto y lo será por siempre. La Biblia es clara que Jesús se levantó físicamente de los muertos en el mismo cuerpo que había muerto (Lucas 24:39) y luego ascendió a los cielos como hombre, en su cuerpo físico (Hechos 1:9; Lucas 24:50-51). Para Él no hubiera tenido sentido hacer todo esto si iba a simplemente desechar su cuerpo y dejar de ser hombre cuando llegaba al cielo.
Que Cristo continúo siendo hombre, con un cuerpo físico, después su ascensión es confirmado por el hecho que cuando Él regrese, será como hombre, en Su cuerpo. Él volverá físicamente. Filipenses 3:21 dice que en su Segunda Venida, Cristo “transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria.” Este verso es claro que Jesús todavía tiene su cuerpo. Es un cuerpo glorificado, al cual Pablo lo llama “el cuerpo de su gloria.” Y cuando Cristo regrese, Él todavía lo tendrá porque este verso dice que Él transformara nuestros cuerpos para que sean como el suyo. Ambos, Jesús y todos los cristianos, continuarán viviendo juntos en sus cuerpos por siempre, porque el cuerpo de resurrección no puede morir (1 Corintios 15:42) porque es eterno (2 Corintios 5:1).
¿Por qué Jesús se hizo hombre, y por qué será hombre para siempre? El libro de Hebreos dice que así Cristo pudiera ser un Salvador apropiado que tiene todo lo que necesitamos: “Por tanto, tenía que ser hecho semejante a sus hermanos en todo, a fin de que llegara a ser un misericordioso y fiel sumo sacerdote en las cosas que a Dios atañen, para hacer propiciación por los pecados del pueblo.” (2:17). Primero, nota que Jesús se hizo hombre para que Él pudiera morir por nuestros pecados. Él tenía que ser humano para pagar por la penalidad de los humanos. Segundo, este verso dice que debido a que Jesús es humano como nosotros, Él es capaz de ser un misericordioso y fiel sumo sacerdote. Su humanidad le permite simpatizar e identificarse completamente con nosotros. No puedo evitar de creer que es muy destructivo para nuestro consuelo y nuestra fe el no saber que Jesús es todavía un hombre y en su cuerpo. Porque si Él ya no es un hombre en el cielo ¿Cómo podríamos tener el consuelo de saber que puede compadecerse completamente de nosotros? Él puede compadecerse y ser un misericordioso y fiel sumo sacerdote y saber lo que estamos atravesando no solo porque Él estuvo una vez en la tierra como un hombre, sino porque Él continúa por siempre como ese mismo hombre.
Cada naturaleza se mantiene distinta
Las verdades de las dos naturalezas de Cristo su plena humanidad y plena divinidad son bastante bien entendidas y conocidas por los Cristianos. Pero para un entendimiento correcto de la Encarnación debemos ir más profundamente. Debemos entender que las dos naturalezas de Cristo se mantienen distintas y retienen sus propiedades particulares. ¿Qué significa esto? Dos cosas: (1) Una no altera las propiedades esenciales de la otra, y (2) tampoco se mezclan juntándose en un misterioso tercer tipo de naturaleza.
Primero, sería equivocado pensar que las dos naturalezas de Cristo se mezclan para formar un tercer tipo de naturaleza. Esta es una de las herejías que tuvo que pelear la iglesia primitiva. Esta herejía enseñaba que “la naturaleza humana de Cristo fue tomada y absorbida por su naturaleza divina, de modo que ambas naturalezas cambiaron de alguna forma y surgió unatercera clase de naturaleza. Podemos ver una analogía de [esto] si echamos una gota de tinta en un vaso de agua: La mezcla resultante ya no es tinta pura ni agua pura, sino una tercera clase de sustancia, una mezcla de las dos en que la tinta y el agua cambian. Del mismo modo, [esta perspectiva enseñaba] que Jesús era una mezcla de elementos divinos y humanos en los que ambos estaban de alguna forma modificados para formar una nueva naturaleza.”[5] Esta perspectiva no es bíblica porque destruye, ambos, la deidad y la humanidad de Cristo. Porque si las dos naturalezas de Cristo se mezclaran, entonces ya no es verdadera y completamente Dios ni verdadera y completamente hombre, sino es un tipo de ser totalmente diferente que resultó de la mezcla de las dos naturalezas.
Segundo, incluso si reconocemos que las naturalezas no se mezclan en un tercer tipo de la naturaleza, también sería erróneo pensar que las dos naturalezas se han cambiado entre sí. Por ejemplo, sería erróneo concluir que la naturaleza humana de Jesús se volvió divina en algunas formas, o que Su naturaleza divina se hizo humana en algunas formas. En cambio, cada naturaleza se mantiene distinta, y por tanto retiene sus propiedades individuales particulares y no cambia. Como el concilio de Calcedonia lo afirmó, “…la distinción de naturalezas no desaparecen en absoluto por la unión, sino que quedan preservadas…”[6] La naturaleza humana de Jesús es humana, y solamente humana. Su naturaleza divina es divina, y solamente divina. Por ejemplo, la naturaleza humana de Jesús no se volvió omnisciente a través de la unión con Dios el Hijo, y tampoco Su naturaleza divina se volvió ignorante de algo. Si cualquiera de las naturalezas hubiera experimentado cambio en su naturaleza esencial, entonces Cristo ya no es verdadera y completamente humano, o verdadera y completamente divino.
Cristo es una sola Persona
Lo que hemos visto hasta el momento acerca de la deidad y humanidad de Cristo nos muestra que Cristo tiene dos naturalezas—una naturaleza divina y una naturaleza humana—que cada naturaleza es plena y completa, que se mantienen distintas y que no se mezclan para formar un tercer tipo de naturaleza, y que Cristo será Dios y hombre por siempre.
Pero si Cristo tiene dos naturalezas, ¿esto quiere decir que Él es dos personas? No, no quiere decir esto. Cristo sigue siendo una persona. Hay un solo Cristo. La iglesia ha establecido históricamente esa verdad de esta manera: Cristo es dos naturalezas unidas en una persona por siempre.
En este punto encontramos otra perspectiva herética para tener cuidado. Esta perspectiva, aunque acepta que Jesús es completamente Dios y completamente hombre, niega que Él sea una Persona. De acuerdo a esta perspectiva, hay dos personas separadas en Cristo como también dos naturalezas. En contraste con esto, la Biblia es bien clara que, aunque Jesús tiene dos naturalezas, es solo una persona. En otras palabras, lo que esto significa es que no hay dos Jesucristos. A pesar del hecho que Él tiene una dualidad de naturalezas, Él no es dos Cristos, sino Uno. Mientras se mantienen distintas, las dos naturalezas están unidas en tal manera que son una Persona.
Para ponerlo simple, hay un cierto sentido en el que Cristo es dos, y un sentido distinto en el cual Cristo es uno. Él es dos en el hecho que tiene dos naturalezas reales y completas, una divina y una humana. Él es uno en el hecho que, aunque se mantienen distintas, estas dos naturalezas existen juntas de tal manera que constituyen “una sola cosa.” En otras palabras, las dos naturalezas son ambas el mismo Jesús, y por lo tanto son una Persona. Como dice el credo de Calcedonia, Cristo es “para ser reconocido en dos naturalezas…concurrentes en una Persona y una Sustancia, no partida ni dividida en dos personas, sino uno y el mismo Hijo, y Unigénito, Dios, la Palabra, el Señor Jesucristo…”
Evidencia de que Cristo es Una Sola Persona
Veremos tres porciones de la enseñanza bíblica que muestran que aunque Cristo tiene dos naturalezas distintas e inmutables, no obstante sigue siendo una Persona.
1. Ambas naturalezas están representadas en las Escrituras que constituyen “una cosa,” o sea unidas en una Persona.
Leemos en Juan 1:14, “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”. Aquí vemos que las dos naturalezas: el Verbo (Su deidad) y carne (humanidad). Sin embargo vemos que es una Persona, porque leemos que el Verbo se hizo carne. “Se hizo” requiere que reconozcamos una unidad de las dos naturalezas tal que son una sola cosa—eso es, una Persona. Porque ¿en qué sentido podría escribir Juan que el verbo se hizo carne si estos no constituyen una Persona? Con seguridad esto no puede significar “se volvió” carne, porque esto va en contra de la enseñanza de la Escritura acerca de la diferencia de las naturalezas. Escrituras adicionales relacionadas con esta línea de evidencia son Romanos 8:3, Gálatas 4:4, 1 Timoteo 3:16, Hebreos 2:11-14, 1 Juan 4:2,3.
2. Jesús nunca habla de Si mismo como “Nosotros”, sino siempre como “Yo”.
3. Muchos pasajes se refieren a ambas naturalezas de Cristo, pero es evidente que se entiende solamente una persona.
Es imposible leer los siguientes pasajes—que afirman claramente las dos naturalezas de Cristo—y aún así concluir que Cristo es dos Personas. “Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne, Dios lo hizo: enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne…” (Romanos 8:3). “Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley…” (Gálatas 4:4). “…el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres” (Filipenses 2:6-7).
Habiendo visto que Cristo es dos naturalezas en una persona, y habiendo también visto lo que está implicado en esto, examinaremos ahora una de las mayores implicaciones de esto, la cuál nos debería ayudar a completar el cuadro y a nuestro entendimiento.
Implicación: Cosas que son verdad de una de las naturalezas pero no de la otra son, no obstante, verdad de la Persona de Cristo.
Como vimos antes, el hecho de que Cristo es dos naturalezas significa que hay cosas que son verdad de Su naturaleza humana y no son verdad de Su naturaleza divina. Por ejemplo, Su naturaleza humana estuvo hambrienta, pero Su naturaleza divina nunca podría estar hambrienta. Así que cuando Cristo tuvo hambre en la tierra, era Su humanidad la que estaba hambrienta, no Su naturaleza divina.
Pero la verdad ahora estamos en la posición de entender es que, en virtud de la unión de las naturalezas en una Persona, las cosas que son verdad y son hechas por solo una de las naturalezas de Cristo, son no obstante verdad y son hechas por la Persona de Cristo. En otras palabras, cosas que hace una de las naturalezas pueden ser consideradas hechas por Cristo mismo. De igual forma, cosas que son verdad de una de las naturalezas pero no de la otra son verdad de la Persona de Cristo como un todo. Lo que esto significa, en términos simples, es que si hay algo que hizo solo una de las naturalezas de Cristo, Él todavía puede decir, “yo lo hice.”
Tenemos muchas instancias en la Escritura que demuestran esto. Por ejemplo, Jesús dice en Juan 8:58: “…antes que Abraham naciera, yo soy. Ahora bien, la naturaleza humana de Cristo no existía antes de Abraham. Es la naturaleza divina de Cristo la que existe eternamente antes de Abraham. Pero como Cristo es una Persona, Él pudo decir que antes de que Abraham fuera, Él es.
Otro ejemplo es la muerte de Cristo. Dios no puede morir. Nosotros nunca deberíamos hablar de la muerte de Cristo como la muerte de Dios. Pero los humanos pueden morir, y la naturaleza humana de Jesús sí murió. Por tanto, aun que la naturaleza divina de Jesús no murió, todavía podemos decir que la Persona de Cristo experimentó la muerte debido a la unión de las dos naturalezas en la una Persona de Cristo. Por eso, Grudem dice: “en virtud de la unión con la naturaleza humana de Jesús, su divina naturaleza de alguna manera saboreó algo de lo que es pasar por la muerte. La persona de Cristo experimentó la muerte.”[7]
Te has preguntado alguna vez cómo Jesús podía haber dicho que Él no conocía ni el día ni la hora de Su retorno (Mateo 24:36) a pesar de que Él es omnisciente (Juan 21:17). Si Jesús es Dios, ¿Por qué no sabía el día de Su retorno? Esto es resuelto por nuestro entendimiento de que Cristo es una Persona con dos naturalezas. La respuesta es que respecto a Su naturaleza humana, Jesús no tiene todo el conocimiento. Por tanto, en su naturaleza humana Él realmente no sabía el día o la hora de Su retorno. Pero en Su naturaleza divina Él sabía cuando el volvería.
Ahora viene la parte más fascinante. Debido a que las dos naturalezas están unidas en una Persona, el hecho de que la naturaleza humana de Cristo no supiera cuando Él retornaría significa que la Persona de Cristo no sabía cuando Él retornaría. Por tanto, Jesús la Persona podía verdaderamente decir, “Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.” (Mateo 24:36). A mismo tiempo, en virtud de Su naturaleza divina, también podemos decir que la Persona de Cristo sabía cuando Él retornaría. El conocimiento y la ignorancia del tiempo de Su retorno son ambos verdad en Cristo, pero en diferentes maneras. En Su naturaleza humana, la Persona de Cristo era ignorante de cuándo retornaría. En Su naturaleza divina, la Persona de Cristo si sabía cuando retornaría. Por consiguiente, Cristo mismo simultáneamente sabía y no sabía cuando retornaría.
Conclusión
Hemos visto la evidencia bíblica para el hecho de que Cristo es Dios el Hijo, de que Él tiene ambos una naturaleza humana y divina, que cada naturaleza es plena y completa, que cada naturaleza se mantiene distinta, que Cristo es no obstante una Persona, y que las cosas que son verdad de una de las naturalezas son verdad de la Persona.
La relevancia de estas verdades de estas verdades debería ser obvia para nosotros. Porque estas van al mismo centro de quien es Cristo. Saber estas verdades afectará la forma en la que ves a Cristo y traerá vida a los relatos del evangelio de Su vida. También este entendimiento profundizará nuestra devoción a Cristo.
Segundo, tener un rico entendimiento de la Encarnación de Dios el Hijo nos debería mejorar grandemente nuestra alabanza. Tendremos mucho asombro y alegría en el hecho que la Persona eterna de Dios el Hijo se hizo hombre para siempre. Nuestro reconocimiento del valor de Cristo será aumentando. Y nuestra fe en Él será fortalecida por tener este entendimiento más profundo de quién es Él.
La unión de la deidad y humanidad de Cristo en una Persona es de tal manera que tenemos todo lo que necesitamos en el mismo Salvador. Cuán glorioso. Porque Jesús es Dios, Él es todopoderoso y no puede ser vencido. Porque Él es Dios, Él es el único Salvador adecuado. Porque Él es Dios, los creyentes están seguros y nunca podrán perecer; tenemos seguridad. Porque Él es Dios, podemos confiar que Él nos dará el poder para las tareas que Él ordena para nosotros. Y porque Él es Dios, toda la gente será responsable delante de Él cuando Él vuelva a juzgar el mundo.
Porque Jesús es hombre, Él ha experimentado las mismas cosas que nosotros. Porque Él es hombre, Él se puede identificar con nosotros más íntimamente. Porque Él es hombre, Él puede venir a nuestra ayuda como nuestro compasivo Sumo Sacerdote cuando alcanzamos los limites de nuestra debilidad humana. Porque Él es hombre, podemos identificarnos con Él—Él no esta alejado y ajeno. Porque Él es hombre, no podemos quejarnos de que Dios no sabe lo que estamos atravesando. Él lo experimento de primera mano.
Finalmente, necesitamos estar preparados para defender la verdad de la deidad de Jesús, la humanidad de Jesús, y su unión inconfundiblemente en una Persona. Por tanto, considera comprometerte a memorizar muchos de los versos que enseñan que Jesús es Dios y hombre, y ser capaz de explicar la relación entre las dos naturalezas de Cristo a otros.
Podemos anticipar al día cuando lo veamos cara a cara, y hasta entonces que la esperanza gozosa de ese día inspire en nosotros una gran diligencia en servirle y adorarle.
- ↑ J.I. Packer, Knowing God (Downers Grove, Illinois: InterVarsity Press, edición de 1993), pág. 53.
- ↑ Wayne Grudem, Systematic Theology: An Introduction to Biblical Doctrine (InterVarsity y Zondervan Publishing, 1994), pág. 556.
- ↑ Packer, pág. 57.
- ↑ Grudem, pág. 554.
- ↑ Grudem, pág. 556.
- ↑ Credo de Calcedonia, mencionado en Grudem, pág. 557.
- ↑ Grudem, pág. 560