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Acuérdate bien de esto, no sea que caigas en el error de fijarte demasiado en la fe que es el cause de la salvación, de modo que olvides la gracia que es la fuente y el origen de la fe misma. La fe es obra de la gracia de Dios en nosotros. Nadie puede decir que Jesús es Cristo, el Ungido, sino por el Espíritu Santo. “Ninguno puede venir a mí,” dice Jesús, “si el Padre que me envió no lo trajere.” Así es que esa fe que acude a Cristo es resultado de la obra divina. La gracia es la causa activa, primera y última de salvación. Y la fe, aunque es esencial, es solo una parte importante del método que la gracia emplea. Somos salvos “por medio de la fe,” pero la salvación es “por gracia.” Proclamemos estas palabras, como por trompeta de arcángel: “Por gracia sois salvos.” ¡Qué buena nueva es ésta para el indigno!  
Acuérdate bien de esto, no sea que caigas en el error de fijarte demasiado en la fe que es el cause de la salvación, de modo que olvides la gracia que es la fuente y el origen de la fe misma. La fe es obra de la gracia de Dios en nosotros. Nadie puede decir que Jesús es Cristo, el Ungido, sino por el Espíritu Santo. “Ninguno puede venir a mí,” dice Jesús, “si el Padre que me envió no lo trajere.” Así es que esa fe que acude a Cristo es resultado de la obra divina. La gracia es la causa activa, primera y última de salvación. Y la fe, aunque es esencial, es solo una parte importante del método que la gracia emplea. Somos salvos “por medio de la fe,” pero la salvación es “por gracia.” Proclamemos estas palabras, como por trompeta de arcángel: “Por gracia sois salvos.” ¡Qué buena nueva es ésta para el indigno!  
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==== Un cauce (la fe) ====
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La fe ocupa el lugar de un cauce. La gracia es la fuente y la corriente; la fe es el acueducto por el cual fluye el río de misericordia para refrescar al hombre sediento. Es una lástima cuando se rompe el acueducto. Muy triste es el espectáculo de muchos acueductos costosos en los alrededores de Roma, que ya no conducen más agua a la ciudad porque los arcos acueductos están rotos y sus maravillosas estructuras yacen en ruinas. El acueducto debe mantenerse en perfectas condiciones para llevar el agua, y del mismo modo, la fe debe ser verdadera y sana fluyendo directamente a Dios y bajando directamente a nosotros para que sea un conducto útil de misericordia para nuestra alma.
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La fe ocupa el lugar de un cauce. La gracia es la fuente y la corriente; la fe es el acueducto por el cual fluye el río de misericordia para refrescar al hombre sediento. Es una lástima cuando se rompe el acueducto. Muy triste es el espectáculo de muchos acueductos costosos en los alrededores de Roma, que ya no conducen más agua a la ciudad porque los arcos acueductos están rotos y sus maravillosas estructuras yacen en ruinas. El acueducto debe mantenerse en perfectas condiciones para llevar el agua, y del mismo modo, la fe debe ser verdadera y sana fluyendo directamente a Dios y bajando directamente a nosotros para que sea un conducto útil de misericordia para nuestra alma.  
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Otra vez te recuerdo que la fe sólo es el cauce o acueducto y no la fuente, y que no debemos fijarnos tanto en ella que la elevemos por encima de la fuente de toda bendición que es la gracia de Dios. No te hagas nunca un Cristo de tu fe, ni pienses en ella como si fuese la fuente indispensable de salvación. Hallamos la vida cuando confiamos en el Crucificado, no por confiar en nuestra propia fe. Por medio de la fe todas las cosas nos son posibles; sin embargo, el poder no está en la fe, sino en Dios, de quien la fe depende. La gracia es la poderosa locomotora y la fe es la cadena, por la cual el vehículo del alma se aferra a la gran fuerza motriz. La justicia de la fe no es la excelencia moral de la fe, sino la justicia de Cristo Jesús que la fe acepta y de la cual se apropia. La paz del alma no se deriva de la contemplación de nuestra fe, sino que nos viene de aquel que “es nuestra paz,” el borde cuyo vestido la fe toca, y emana de él la virtud que entra en el alma.
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Otra vez te recuerdo que la fe sólo es el cauce o acueducto y no la fuente, y que no debemos fijarnos tanto en ella que la elevemos por encima de la fuente de toda bendición que es la gracia de Dios. No te hagas nunca un Cristo de tu fe, ni pienses en ella como si fuese la fuente indispensable de salvación. Hallamos la vida cuando confiamos en el Crucificado, no por confiar en nuestra propia fe. Por medio de la fe todas las cosas nos son posibles; sin embargo, el poder no está en la fe, sino en Dios, de quien la fe depende. La gracia es la poderosa locomotora y la fe es la cadena, por la cual el vehículo del alma se aferra a la gran fuerza motriz. La justicia de la fe no es la excelencia moral de la fe, sino la justicia de Cristo Jesús que la fe acepta y de la cual se apropia. La paz del alma no se deriva de la contemplación de nuestra fe, sino que nos viene de aquel que “es nuestra paz,” el borde cuyo vestido la fe toca, y emana de él la virtud que entra en el alma.  
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Aprende esto, pues, querido amigo, que la debilidad de tu fe no te destruirá. Aun una mano temblorosa puede recibir una dádiva de oro precioso. La salvación nos puede venir por una fe tan pequeña como un grano de mostaza. El poder yace en la gracia de Dios, no en nuestra fe. Se pueden enviar grandes mensajes por finitos alambres, y el testimonio del Espíritu Santo que comunica paz, puede llegar al corazón por medio de una fe tan finita que apenas merece tal nombre. Piensa más en AQUEL que miras que en la mirada misma. Es preciso quitar la vista de tu propia persona y de lo que te rodea a fin de no ver más que a “Jesús” y la gracia de Dios en él revelada.
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Aprende esto, pues, querido amigo, que la debilidad de tu fe no te destruirá. Aun una mano temblorosa puede recibir una dádiva de oro precioso. La salvación nos puede venir por una fe tan pequeña como un grano de mostaza. El poder yace en la gracia de Dios, no en nuestra fe. Se pueden enviar grandes mensajes por finitos alambres, y el testimonio del Espíritu Santo que comunica paz, puede llegar al corazón por medio de una fe tan finita que apenas merece tal nombre. Piensa más en AQUEL que miras que en la mirada misma. Es preciso quitar la vista de tu propia persona y de lo que te rodea a fin de no ver más que a “Jesús” y la gracia de Dios en él revelada.
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==== Preguntas de estudio para la Parte 7: Por gracia por medio de la fe  ====
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''“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.” - Efesios 2:8''
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''La fuente originaria (la gracia)''
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1. a. ¿Cuáles son algunos de los atributos de Dios incluidos en su “gracia”?<br>b. ¿Cómo definiría usted “la gracia de Dios”?
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2. Usando las ilustraciones de la ‘fuente originaria’ y el ‘cauce’, ¿cuál es la diferencia entre el papel de la gracia y el de la fe en su salvación?
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3. a. ¿Por qué nos advierte el autor no “confiar en nuestra propia fe”?<br>b. ¿Qué enemos qué hacer en cambio? ¿Por qué?<br>c. ¿Ha hecho esto usted personalmente?
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4. En sus propias palabras escriba la referencia y el punto clave de cada uno de estos pasajes bíblicos usados en el capítulo 7:
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''The Fountain-head''
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a. 1 Juan 4:8<br>b. Lam. 3:22<br>c. Juan 6:44
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''Un cauce''
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d. Heb. 12:1-2.

Current revision as of 21:34, 29 July 2008

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“Por gracia sois salvos por medio de la fe.” (Efesios 2:8)

La fuente originaria (la gracia)

Suplico al lector que reflexione en espíritu de adoración la fuente originaria de nuestra salvación que es la gracia de Dios. “Por gracia sois salvos.” Los pecadores son convertidos, perdonados, purificados, salvos, todo porque Dios es un Dios lleno de gracia. No es por nada que haya en ellos o que jamás pueda haber en ellos que obtienen la salvación, sino que se salvan por el amor infinito, por la bondad, la compasión, la misericordia, y la gracia de Dios. Detente, pues, por un momento en la fuente originaria. Contempla el río cristalino del agua de vida que emana del Trono de Dios y del Cordero.

¡Qué profunda es la gracia de Dios! ¿Quién sondeará su profundidad? Al igual que los demás atributos de Dios, es infinita. Dios está lleno de amor, porque “Dios es amor.” Dios está lleno de bondad porque es bondad. La bondad infinita y el amor infinito forman parte de la esencia de la Divinidad. Por la razón de que “para siempre es su misericordia” que la humanidad no ha sido destruida; porque su compasión nunca deja de ser, los pecadores son atraídos a él por él, y son perdonados.

Acuérdate bien de esto, no sea que caigas en el error de fijarte demasiado en la fe que es el cause de la salvación, de modo que olvides la gracia que es la fuente y el origen de la fe misma. La fe es obra de la gracia de Dios en nosotros. Nadie puede decir que Jesús es Cristo, el Ungido, sino por el Espíritu Santo. “Ninguno puede venir a mí,” dice Jesús, “si el Padre que me envió no lo trajere.” Así es que esa fe que acude a Cristo es resultado de la obra divina. La gracia es la causa activa, primera y última de salvación. Y la fe, aunque es esencial, es solo una parte importante del método que la gracia emplea. Somos salvos “por medio de la fe,” pero la salvación es “por gracia.” Proclamemos estas palabras, como por trompeta de arcángel: “Por gracia sois salvos.” ¡Qué buena nueva es ésta para el indigno!

Un cauce (la fe)

La fe ocupa el lugar de un cauce. La gracia es la fuente y la corriente; la fe es el acueducto por el cual fluye el río de misericordia para refrescar al hombre sediento. Es una lástima cuando se rompe el acueducto. Muy triste es el espectáculo de muchos acueductos costosos en los alrededores de Roma, que ya no conducen más agua a la ciudad porque los arcos acueductos están rotos y sus maravillosas estructuras yacen en ruinas. El acueducto debe mantenerse en perfectas condiciones para llevar el agua, y del mismo modo, la fe debe ser verdadera y sana fluyendo directamente a Dios y bajando directamente a nosotros para que sea un conducto útil de misericordia para nuestra alma.

Otra vez te recuerdo que la fe sólo es el cauce o acueducto y no la fuente, y que no debemos fijarnos tanto en ella que la elevemos por encima de la fuente de toda bendición que es la gracia de Dios. No te hagas nunca un Cristo de tu fe, ni pienses en ella como si fuese la fuente indispensable de salvación. Hallamos la vida cuando confiamos en el Crucificado, no por confiar en nuestra propia fe. Por medio de la fe todas las cosas nos son posibles; sin embargo, el poder no está en la fe, sino en Dios, de quien la fe depende. La gracia es la poderosa locomotora y la fe es la cadena, por la cual el vehículo del alma se aferra a la gran fuerza motriz. La justicia de la fe no es la excelencia moral de la fe, sino la justicia de Cristo Jesús que la fe acepta y de la cual se apropia. La paz del alma no se deriva de la contemplación de nuestra fe, sino que nos viene de aquel que “es nuestra paz,” el borde cuyo vestido la fe toca, y emana de él la virtud que entra en el alma.

Aprende esto, pues, querido amigo, que la debilidad de tu fe no te destruirá. Aun una mano temblorosa puede recibir una dádiva de oro precioso. La salvación nos puede venir por una fe tan pequeña como un grano de mostaza. El poder yace en la gracia de Dios, no en nuestra fe. Se pueden enviar grandes mensajes por finitos alambres, y el testimonio del Espíritu Santo que comunica paz, puede llegar al corazón por medio de una fe tan finita que apenas merece tal nombre. Piensa más en AQUEL que miras que en la mirada misma. Es preciso quitar la vista de tu propia persona y de lo que te rodea a fin de no ver más que a “Jesús” y la gracia de Dios en él revelada.

Preguntas de estudio para la Parte 7: Por gracia por medio de la fe

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.” - Efesios 2:8

La fuente originaria (la gracia)

1. a. ¿Cuáles son algunos de los atributos de Dios incluidos en su “gracia”?
b. ¿Cómo definiría usted “la gracia de Dios”?

Un cauce (la fe)

2. Usando las ilustraciones de la ‘fuente originaria’ y el ‘cauce’, ¿cuál es la diferencia entre el papel de la gracia y el de la fe en su salvación?

3. a. ¿Por qué nos advierte el autor no “confiar en nuestra propia fe”?
b. ¿Qué enemos qué hacer en cambio? ¿Por qué?
c. ¿Ha hecho esto usted personalmente?

4. En sus propias palabras escriba la referencia y el punto clave de cada uno de estos pasajes bíblicos usados en el capítulo 7:

The Fountain-head

a. 1 Juan 4:8
b. Lam. 3:22
c. Juan 6:44

Un cauce

d. Heb. 12:1-2.

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