All of Grace/“It Is God That Justifieth.â€/es
From Gospel Translations
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Nuestro texto dice: “Dios es el que justifica”, y esto sí que va al grano. Este hecho es asombroso, es un hecho que debemos considerar detenidamente. ¡Ven y ve! | Nuestro texto dice: “Dios es el que justifica”, y esto sí que va al grano. Este hecho es asombroso, es un hecho que debemos considerar detenidamente. ¡Ven y ve! | ||
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+ | ==== A nadie más que a Dios se le ocurriría ==== | ||
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+ | En primer lugar, a nadie más que a Dios se le ocurriría justificar a personas culpables. Se trata de personas que han vivido en franca rebeldía, obrando mal con ambas manos; de personas que han ido de mal en peor; de personas que han vuelto al mal aun después de castigadas y de haber sido forzadas a dejar de cometer el mal por algún tiempo. Han quebrantado la ley y pisoteado el evangelio. Han rechazado las proclamas de misericordia y persistido en su impiedad. ¿Cómo podrán tales personas obtener perdón y justificación? Sus conocidos los dan por desahuciados diciendo: “Son casos perdidos.” Aun los cristianos los miran con tristeza en lugar de esperanza. El Señor, en el esplendor de su gracia electiva, habiendo escogido a algunos desde antes de la fundación del mundo, no reposará hasta haberles justificado y hecho aceptos en el Amado. ¿No está escrito: “A los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó?” Por esto, puedes ver que el Señor ha resuelto justificar a algunos y ¿por qué no contarnos tú y yo en este número? | ||
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+ | Nadie más que un Dios pensaría en justificarme a mí. Me maravillo de mí mismo. No dudo que la gracia divina se manifiesta igualmente en otros. Contemplo a Saulo de Tarso “respirando amenazas y muerte” contra los siervos del Señor. Como lobo rapaz espantaba a las ovejas del Señor por todas partes; no obstante, Dios le detuvo en el camino a Damasco y cambió su corazón justificándolo totalmente, tan plenamente que pronto este perseguidor llegó a ser el más gran predicador de la justificación por la fe que haya vivido sobre la faz de la tierra. Con frecuencia ha de haberse maravillado de haber sido justificado por la fe en Cristo Jesús, ya que antes había sido un tenaz fanático defensor de la salvación mediante las obras de la ley. Nadie más que Dios podía haber pensado en justificar a un hombre como Saulo, el perseguidor de los cristianos. Pero el Señor Dios es glorioso en su gracia. | ||
- | ==== | + | ==== Nadie más que Dios podría ==== |
- | + | Pero, por si alguien pensara en justificar a los impíos, nadie más que Dios podría hacerlo. Es imposible que persona alguna perdone las ofensas que no hayan sido cometidas contra ella. Si alguien te ha ofendido gravemente, tú puedes perdonarle, y espero que así lo hagas, pero una tercera persona no puede perdonarle. Si tú eres la persona ofendida, de ti debe proceder el perdón. Si a Dios hemos ofendido, Dios puede perdonar, ya que es contra él que se ha pecado. Esta es la razón por la que David dice en el Salmo 51: “Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos”, porque entonces Dios, contra quien se ha cometido la ofensa, puede perdonarla. Lo que debemos a Dios, nuestro gran Acreedor puede perdonar, si así lo quiere; y lo que perdona, perdonado está. Nadie más que el gran Dios contra quien hemos pecado puede perdonarlo. Por lo tanto, acudamos a él en busca de misericordia. | |
- | + | No nos dejemos desviar por los sacerdotes que, con pretensiones sin ningún fundamento bíblico, desean que acudamos a ellos en busca de lo que sólo Dios puede concedernos. Y aun en el caso de que fuesen ordenados para pronunciar palabras de absolución en nombre de Dios, será siempre mejor que nosotros mismos acudamos al Señor Dios en busca de perdón, a través de Jesucristo, único Mediador entre Dios y los hombres, ya que sabemos con seguridad que éste es el camino verdadero. La religión por encargo es riesgoso. Infinitamente mejor y más seguro es que te preocupes personalmente de los asuntos de tu alma y no se los encargues a otro. |
Revision as of 19:38, 29 July 2008
Ser justificado es cosa maravillosa
Cosa maravillosa es ésta de ser justificado o hecho justo. Si nunca hubiésemos quebrantado las leyes de Dios, no habría necesidad de tal justificación, pues seríamos naturalmente justos. Quien toda su vida ha hecho lo que debiera hacer, y nunca ha hecho nada que no debiera hacer, está justificado ante la ley. Pero estoy seguro de que tú, querido lector, no te cuentas entre ellos. Eres demasiado honrado para pretender ser limpio de todo pecado, y por lo tanto necesitas ser justificado.
Pues bien, si te justificas a ti mismo, te engañas miserablemente. Por lo mismo, no se te ocurra hacerlo. No vale la pena.
Si pides a otro mortal que te justifique, ¿qué podrá hacer? Alguien te alabaría por unos pesos, otro te calumniaría por menos. Poco vale el juicio de ellos.
Nuestro texto dice: “Dios es el que justifica”, y esto sí que va al grano. Este hecho es asombroso, es un hecho que debemos considerar detenidamente. ¡Ven y ve!
A nadie más que a Dios se le ocurriría
En primer lugar, a nadie más que a Dios se le ocurriría justificar a personas culpables. Se trata de personas que han vivido en franca rebeldía, obrando mal con ambas manos; de personas que han ido de mal en peor; de personas que han vuelto al mal aun después de castigadas y de haber sido forzadas a dejar de cometer el mal por algún tiempo. Han quebrantado la ley y pisoteado el evangelio. Han rechazado las proclamas de misericordia y persistido en su impiedad. ¿Cómo podrán tales personas obtener perdón y justificación? Sus conocidos los dan por desahuciados diciendo: “Son casos perdidos.” Aun los cristianos los miran con tristeza en lugar de esperanza. El Señor, en el esplendor de su gracia electiva, habiendo escogido a algunos desde antes de la fundación del mundo, no reposará hasta haberles justificado y hecho aceptos en el Amado. ¿No está escrito: “A los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó?” Por esto, puedes ver que el Señor ha resuelto justificar a algunos y ¿por qué no contarnos tú y yo en este número?
Nadie más que un Dios pensaría en justificarme a mí. Me maravillo de mí mismo. No dudo que la gracia divina se manifiesta igualmente en otros. Contemplo a Saulo de Tarso “respirando amenazas y muerte” contra los siervos del Señor. Como lobo rapaz espantaba a las ovejas del Señor por todas partes; no obstante, Dios le detuvo en el camino a Damasco y cambió su corazón justificándolo totalmente, tan plenamente que pronto este perseguidor llegó a ser el más gran predicador de la justificación por la fe que haya vivido sobre la faz de la tierra. Con frecuencia ha de haberse maravillado de haber sido justificado por la fe en Cristo Jesús, ya que antes había sido un tenaz fanático defensor de la salvación mediante las obras de la ley. Nadie más que Dios podía haber pensado en justificar a un hombre como Saulo, el perseguidor de los cristianos. Pero el Señor Dios es glorioso en su gracia.
Nadie más que Dios podría
Pero, por si alguien pensara en justificar a los impíos, nadie más que Dios podría hacerlo. Es imposible que persona alguna perdone las ofensas que no hayan sido cometidas contra ella. Si alguien te ha ofendido gravemente, tú puedes perdonarle, y espero que así lo hagas, pero una tercera persona no puede perdonarle. Si tú eres la persona ofendida, de ti debe proceder el perdón. Si a Dios hemos ofendido, Dios puede perdonar, ya que es contra él que se ha pecado. Esta es la razón por la que David dice en el Salmo 51: “Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos”, porque entonces Dios, contra quien se ha cometido la ofensa, puede perdonarla. Lo que debemos a Dios, nuestro gran Acreedor puede perdonar, si así lo quiere; y lo que perdona, perdonado está. Nadie más que el gran Dios contra quien hemos pecado puede perdonarlo. Por lo tanto, acudamos a él en busca de misericordia.
No nos dejemos desviar por los sacerdotes que, con pretensiones sin ningún fundamento bíblico, desean que acudamos a ellos en busca de lo que sólo Dios puede concedernos. Y aun en el caso de que fuesen ordenados para pronunciar palabras de absolución en nombre de Dios, será siempre mejor que nosotros mismos acudamos al Señor Dios en busca de perdón, a través de Jesucristo, único Mediador entre Dios y los hombres, ya que sabemos con seguridad que éste es el camino verdadero. La religión por encargo es riesgoso. Infinitamente mejor y más seguro es que te preocupes personalmente de los asuntos de tu alma y no se los encargues a otro.