Brothers, Magnify the Meaning of Baptism/es
From Gospel Translations
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- | = Hermanos, Magnifiquen el Significado del Bautismo | + | {{MasterHeader |author= John Piper |partnerurl= http://www.desiringgod.org |partner= Desiring God |date= 1 January 1995 |other= |categorytopic= Pastoral Ministry |mediatype= Article |lang= Spanish |editor= n/a |translator= Piedad Scanlan |levels= 1|reviewed= Not Reviewed|newtitle=Hermanos, Magnifiquen el Significado del Bautismo }} |
- | + | Recuerdo un hermoso día del año 1973. El profesor Leonhard Goppelt había invitado a su seminario universitario sobre bautismo a un retiro al sur de Múnich en las colinas al pie de los Alpes Bávaros. Él era luterano y yo era el único estadounidense (y bautista). Nos conocimos en un monasterio y por varias horas debatimos el tema del bautismo de los niños contra el tema del bautismo de los creyentes. Era un espectáculo de dos: algo así como el caso de David y Goliat. Sólo que no habían israelitas bautistas alentándome. Como tampoco cayo derribado el Profesor Goppelt. Pero hasta la fecha creo que el vuelo de mi piedra fue verdadero y que tan sólo la fuerza impenetrable de una tradición que data del siglo 17 protegió el bastión del bautismo de los niños. | |
- | + | Pero ahora he llegado a la conclusión de que la “batalla de Baviera” fue librada a un nivel equivocado. Desde mi llegada a la Iglesia Bautista Belén en Minneapolis, he enseñado aproximadamente diez cursos de cuatro semanas de membrecía. Casi siempre han participado luteranos o católicos o presbiterianos o “covenanters” (firmantes del pacto escocés de la reforma religiosa) u otros parececidos que fueron bautizados cuando niños pero que quieren ser miembros de nuestra iglesia. Mes tras mes ha aumentado mi entendimiento de porque acepto el bautismo de los creyentes. Y ahora veo que nunca llegué a la raíz en Baviera. | |
- | + | Aquí aparece la forma en que mis pensamientos han avanzado. Este proceso consta de tres etapas (no diferentes a la infancia, adolescencia y madurez). | |
- | + | Primero vi que todo bautismo registrado en la biblia era el bautismo de un adulto que había profesado fe en Cristo. En ninguna parte en la Escritura aparece el ejemplo del bautismo de un niño. El “bautizo con su familia” (mencionado en Hechos 16:15, 33 y 1 Corintios 1:16 son excepciones sólo si uno supone que la “familia” incluye a los niños. Pero, en realidad, Lucas nos saca de esa suposición en Hechos 16:32 al decir que Pablo primero “Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa”, y entonces los bautizaron. | |
- | + | Además de la ausencia del bautismo de los niños en la Escritura, también me doy cuenta de (en la misma forma que todo niño bautista de nivel escolar sabe) que la instrucción en el mandato de Pedro fue “Arrepentíos y bautícese” (Hechos 2:38). No veo razón para cambiar este orden. | |
- | + | Pero poco a poco llegué a la conclusión de que estas observaciones eran únicamente sugestivas, no convincentes. Que no exista registro de bautismo de los niños no significa que no se realizaran. Y que Pedro dijera “Arrepentíos y bautícese”, a una audiencia adulta no elimina la posibilidad de que dijera algo diferente sobre los niños. Así que desarrollé mi segunda etapa y decidí “Mejor me aparto de los ejemplos del bautismo y me enfoco en la enseñanza sobre el bautismo”. Quizás el significado de la narrativa de Lucas podría ser clarificado a través del planteamiento de Pablo y Pedro. | |
- | + | Por supuesto que Romanos 6:1-11 me vino a la mente. Pero esta era el arma favorita del profesor Goppelt, porque no contiene una sola palabra de fe o cualquier otra reacción consciente a Dios hasta el versículo 11, y ahí la reacción viene después de bautismo. Por lo tanto el utiliza Romano 6 como la defensa clásica del bautismo de los niños. Para mi se dirige de cualquier modo en dirección opuesta. | |
- | + | Pero Colosos 2:12 y 1 Pedro 3:21 me pareció ser devastador para los puntos de vista del bautismo de los niños. Pablo compara el bautismo con la circuncisión y dice, “Con él fuisteis sepultados en el bautismo, y en él fuisteis también resucitados por la fe en el poder de Dios que lo levantó de los muertos”. Esto dice claramente: en el bautismo somos resucitados por la fe. El bautismo es válido como una expresión de fe. No vi como un niño podría adecuadamente aceptar este símbolo de fe. | |
- | + | Entonces 1 Pedro 3:21 dice, “El bautismo. . . nos salva, no quitando las inmundicias del cuerpo, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios mediante la resurrección de Jesucristo”. Este texto asusta a muchos bautistas ya que parece acercarse a la noción de los católicos, luteranos y anglicanos de que el acto mismo del bautismo salva. Pero al huir de este texto malgastamos una poderosa discusión del bautismo de los creyentes. Ya que según lo que dice J.D.G. Dunn, esto es lo más se acerca a una definición que incluye fe. El bautismo es “una suplica a Dios”. Esto es, el bautismo es el llamado de fe a Dios. En ese sentido en ese grado, es parte del medio de salvación de Dios. Esto no debe asustarnos mas que la oración que dice: “Si confiesas con tus labios que Jesús es el Señor. . .serás salvado”. El movimiento de los labios en el aire y el movimiento del cuerpo en el agua solo salva en el sentido de que expresan la suplica y la fe del corazón hacia Dios. | |
- | + | Entonces me parece que Colosenses 2:12 y 1 Pedro 3:21 cierran el caso contra bautizar a los niños quienes todavía no pueden creer en Cristo o rogar a Dios. | |
- | + | Pero ahí fue donde mi batalla en Baviera se detuvo. Desde entonces se me ha estado demostrando en mis clases de membrecía a través de una larga sucesión de discusiones que hasta estos textos abren la (remota) posibilidad de que un niño pueda ser bautizado basado en la fortaleza de la fe de sus padres y en la espera de su propia eventual “confirmación”. Es posible también que estos pasajes tengan relevancia únicamente en los entornos de los misioneros en lugares donde los adultos son convertidos y bautizados. Si Pablo y Pedro hubieran enfocado el tema de los nuevos niños en los hogares cristianos, quizás hubieran salido como buenos presbiterianos. | |
- | + | Lo dudo. Ya que existe una tercera etapa de razonamiento a favor del bautismo de los creyentes. Existe una gran respuesta bíblica y bautista al catecismo Heidelberg, que dice que los niños de padres cristianos “están comprendidos, como los adultos, en el pacto, y pertenecen a la iglesia de Dios. Tanto a éstos como a los adultos se les promete por la sangre de Cristo, la remisión de los pecados y el Espíritu Santo, obrador de la fe; por esto, y como señal de este pacto, deben ser incorporados a la Iglesia de Dios y diferenciados de los hijos de los infieles, así como se hacía en el pacto del Antiguo Testamento por la circuncisión, cuyo sustituto es el Bautismo en el Nuevo Pacto”. En otras palabras, la justificación del bautismo de los niños en la iglesia reformada esta relacionado con el hecho de que el bautismo es la contraparte de la circuncisión en el Nuevo Testamento. | |
- | + | De hecho existe una continuidad importante entre las señales de circuncisión y bautismo, pero los representantes presbiterianos de la teología reformada han restado valor a la discontinuidad. Esta es la diferencia profunda entre bautista y presbiteriano en lo relacionado con el bautismo. Soy bautista porque creo que en ese respecto respetamos tanto a la continuidad como a la discontinuidad entre Israel y la iglesia y entre sus respectivas señales del pacto. | |
- | + | La continuidad se expresa en esta forma: Así como la circuncisión fue administrada a todos los hijos físicos de Abraham quien integró el Israel físico, de la misma forma deberá administrarse el bautismo a todos los hijos espirituales de Abraham que integran el Israel espiritual, la iglesia. ¿Pero quiénes son estos hijos espirituales de Abraham que constituyen el pueblo de Dios en nuestra época? | |
- | + | Gálatas 3:7 dice, “Sabed, por tanto, que los que tienen fe, estos son hijos de Abraham”. Lo nuevo, desde que Jesús ha venido, es que la gente del pacto de Dios ya no son una nación étnica, política, pero un cuerpo de creyentes. | |
- | + | Juan el Bautista inauguró este cambio e introdujo el nuevo símbolo del bautismo. Al llamar a todos los judíos a arrepentirse y bautizarse, Juan declara fuertemente y ofensivamente que la descendencia física no forma una parte de la familia de Dios y que la circuncisión, que significa una relación física, será reemplazada por el bautismo, que significa una relación espiritual. El apóstol Pablo recoge este nuevo énfasis, especialmente en Romanos 9, y dice, “ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos suyos. . . no son hijos de Dios los hijos según la carne, sino que son contados como descendencia los hijos según la promesa” (vs. 7-8). | |
- | + | Por lo tanto un cambio muy importante ha sucedido en la historia redentora. Hay discontinuidad como también continuidad. | |
- | + | Zwingli y Calvin y sus herederos han tratado las señales del pacto como si ningún cambio significativo haya ocurrido con la venida de Cristo. Pero Dios esta formando a su pueblo hoy día diferente de cómo cuando luchó con un grupo étnico llamado Israel. El pueblo de Dios ya no esta formado por parentesco natural, pero por la transformación sobrenatural de fe en Cristo. | |
- | + | Con la venida de Juan el Bautista y Jesús y los apóstoles, el énfasis actual es que el estado espiritual de tus padres no determina tu membrecía en el pacto de la comunidad. Los beneficiarios de las bendiciones de Abraham son aquellos que tienen la ''fe'' de Abraham. Estos son los que pertenecen al pacto de la comunidad. | |
- | + | Y estos son los que deberían recibir la señal del pacto: bautismo de los creyentes. Si pudiera regresar a Baviera, iría de inmediato a la raíz. Ahí es donde nuestra “defensa y confirmación” se ganará o se perderá. Pero el Señor nos lleva a través de la niñez, la adolescencia y la madurez por una razón. Toda etapa de razonamiento es útil. Conozcan su audiencia, hermanos, y magnifiquen el significado del bautismo.<br> |
Revision as of 03:26, 24 February 2008
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Recuerdo un hermoso día del año 1973. El profesor Leonhard Goppelt había invitado a su seminario universitario sobre bautismo a un retiro al sur de Múnich en las colinas al pie de los Alpes Bávaros. Él era luterano y yo era el único estadounidense (y bautista). Nos conocimos en un monasterio y por varias horas debatimos el tema del bautismo de los niños contra el tema del bautismo de los creyentes. Era un espectáculo de dos: algo así como el caso de David y Goliat. Sólo que no habían israelitas bautistas alentándome. Como tampoco cayo derribado el Profesor Goppelt. Pero hasta la fecha creo que el vuelo de mi piedra fue verdadero y que tan sólo la fuerza impenetrable de una tradición que data del siglo 17 protegió el bastión del bautismo de los niños.
Pero ahora he llegado a la conclusión de que la “batalla de Baviera” fue librada a un nivel equivocado. Desde mi llegada a la Iglesia Bautista Belén en Minneapolis, he enseñado aproximadamente diez cursos de cuatro semanas de membrecía. Casi siempre han participado luteranos o católicos o presbiterianos o “covenanters” (firmantes del pacto escocés de la reforma religiosa) u otros parececidos que fueron bautizados cuando niños pero que quieren ser miembros de nuestra iglesia. Mes tras mes ha aumentado mi entendimiento de porque acepto el bautismo de los creyentes. Y ahora veo que nunca llegué a la raíz en Baviera.
Aquí aparece la forma en que mis pensamientos han avanzado. Este proceso consta de tres etapas (no diferentes a la infancia, adolescencia y madurez).
Primero vi que todo bautismo registrado en la biblia era el bautismo de un adulto que había profesado fe en Cristo. En ninguna parte en la Escritura aparece el ejemplo del bautismo de un niño. El “bautizo con su familia” (mencionado en Hechos 16:15, 33 y 1 Corintios 1:16 son excepciones sólo si uno supone que la “familia” incluye a los niños. Pero, en realidad, Lucas nos saca de esa suposición en Hechos 16:32 al decir que Pablo primero “Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa”, y entonces los bautizaron.
Además de la ausencia del bautismo de los niños en la Escritura, también me doy cuenta de (en la misma forma que todo niño bautista de nivel escolar sabe) que la instrucción en el mandato de Pedro fue “Arrepentíos y bautícese” (Hechos 2:38). No veo razón para cambiar este orden.
Pero poco a poco llegué a la conclusión de que estas observaciones eran únicamente sugestivas, no convincentes. Que no exista registro de bautismo de los niños no significa que no se realizaran. Y que Pedro dijera “Arrepentíos y bautícese”, a una audiencia adulta no elimina la posibilidad de que dijera algo diferente sobre los niños. Así que desarrollé mi segunda etapa y decidí “Mejor me aparto de los ejemplos del bautismo y me enfoco en la enseñanza sobre el bautismo”. Quizás el significado de la narrativa de Lucas podría ser clarificado a través del planteamiento de Pablo y Pedro.
Por supuesto que Romanos 6:1-11 me vino a la mente. Pero esta era el arma favorita del profesor Goppelt, porque no contiene una sola palabra de fe o cualquier otra reacción consciente a Dios hasta el versículo 11, y ahí la reacción viene después de bautismo. Por lo tanto el utiliza Romano 6 como la defensa clásica del bautismo de los niños. Para mi se dirige de cualquier modo en dirección opuesta.
Pero Colosos 2:12 y 1 Pedro 3:21 me pareció ser devastador para los puntos de vista del bautismo de los niños. Pablo compara el bautismo con la circuncisión y dice, “Con él fuisteis sepultados en el bautismo, y en él fuisteis también resucitados por la fe en el poder de Dios que lo levantó de los muertos”. Esto dice claramente: en el bautismo somos resucitados por la fe. El bautismo es válido como una expresión de fe. No vi como un niño podría adecuadamente aceptar este símbolo de fe.
Entonces 1 Pedro 3:21 dice, “El bautismo. . . nos salva, no quitando las inmundicias del cuerpo, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios mediante la resurrección de Jesucristo”. Este texto asusta a muchos bautistas ya que parece acercarse a la noción de los católicos, luteranos y anglicanos de que el acto mismo del bautismo salva. Pero al huir de este texto malgastamos una poderosa discusión del bautismo de los creyentes. Ya que según lo que dice J.D.G. Dunn, esto es lo más se acerca a una definición que incluye fe. El bautismo es “una suplica a Dios”. Esto es, el bautismo es el llamado de fe a Dios. En ese sentido en ese grado, es parte del medio de salvación de Dios. Esto no debe asustarnos mas que la oración que dice: “Si confiesas con tus labios que Jesús es el Señor. . .serás salvado”. El movimiento de los labios en el aire y el movimiento del cuerpo en el agua solo salva en el sentido de que expresan la suplica y la fe del corazón hacia Dios.
Entonces me parece que Colosenses 2:12 y 1 Pedro 3:21 cierran el caso contra bautizar a los niños quienes todavía no pueden creer en Cristo o rogar a Dios.
Pero ahí fue donde mi batalla en Baviera se detuvo. Desde entonces se me ha estado demostrando en mis clases de membrecía a través de una larga sucesión de discusiones que hasta estos textos abren la (remota) posibilidad de que un niño pueda ser bautizado basado en la fortaleza de la fe de sus padres y en la espera de su propia eventual “confirmación”. Es posible también que estos pasajes tengan relevancia únicamente en los entornos de los misioneros en lugares donde los adultos son convertidos y bautizados. Si Pablo y Pedro hubieran enfocado el tema de los nuevos niños en los hogares cristianos, quizás hubieran salido como buenos presbiterianos.
Lo dudo. Ya que existe una tercera etapa de razonamiento a favor del bautismo de los creyentes. Existe una gran respuesta bíblica y bautista al catecismo Heidelberg, que dice que los niños de padres cristianos “están comprendidos, como los adultos, en el pacto, y pertenecen a la iglesia de Dios. Tanto a éstos como a los adultos se les promete por la sangre de Cristo, la remisión de los pecados y el Espíritu Santo, obrador de la fe; por esto, y como señal de este pacto, deben ser incorporados a la Iglesia de Dios y diferenciados de los hijos de los infieles, así como se hacía en el pacto del Antiguo Testamento por la circuncisión, cuyo sustituto es el Bautismo en el Nuevo Pacto”. En otras palabras, la justificación del bautismo de los niños en la iglesia reformada esta relacionado con el hecho de que el bautismo es la contraparte de la circuncisión en el Nuevo Testamento.
De hecho existe una continuidad importante entre las señales de circuncisión y bautismo, pero los representantes presbiterianos de la teología reformada han restado valor a la discontinuidad. Esta es la diferencia profunda entre bautista y presbiteriano en lo relacionado con el bautismo. Soy bautista porque creo que en ese respecto respetamos tanto a la continuidad como a la discontinuidad entre Israel y la iglesia y entre sus respectivas señales del pacto.
La continuidad se expresa en esta forma: Así como la circuncisión fue administrada a todos los hijos físicos de Abraham quien integró el Israel físico, de la misma forma deberá administrarse el bautismo a todos los hijos espirituales de Abraham que integran el Israel espiritual, la iglesia. ¿Pero quiénes son estos hijos espirituales de Abraham que constituyen el pueblo de Dios en nuestra época?
Gálatas 3:7 dice, “Sabed, por tanto, que los que tienen fe, estos son hijos de Abraham”. Lo nuevo, desde que Jesús ha venido, es que la gente del pacto de Dios ya no son una nación étnica, política, pero un cuerpo de creyentes.
Juan el Bautista inauguró este cambio e introdujo el nuevo símbolo del bautismo. Al llamar a todos los judíos a arrepentirse y bautizarse, Juan declara fuertemente y ofensivamente que la descendencia física no forma una parte de la familia de Dios y que la circuncisión, que significa una relación física, será reemplazada por el bautismo, que significa una relación espiritual. El apóstol Pablo recoge este nuevo énfasis, especialmente en Romanos 9, y dice, “ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos suyos. . . no son hijos de Dios los hijos según la carne, sino que son contados como descendencia los hijos según la promesa” (vs. 7-8).
Por lo tanto un cambio muy importante ha sucedido en la historia redentora. Hay discontinuidad como también continuidad.
Zwingli y Calvin y sus herederos han tratado las señales del pacto como si ningún cambio significativo haya ocurrido con la venida de Cristo. Pero Dios esta formando a su pueblo hoy día diferente de cómo cuando luchó con un grupo étnico llamado Israel. El pueblo de Dios ya no esta formado por parentesco natural, pero por la transformación sobrenatural de fe en Cristo.
Con la venida de Juan el Bautista y Jesús y los apóstoles, el énfasis actual es que el estado espiritual de tus padres no determina tu membrecía en el pacto de la comunidad. Los beneficiarios de las bendiciones de Abraham son aquellos que tienen la fe de Abraham. Estos son los que pertenecen al pacto de la comunidad.
Y estos son los que deberían recibir la señal del pacto: bautismo de los creyentes. Si pudiera regresar a Baviera, iría de inmediato a la raíz. Ahí es donde nuestra “defensa y confirmación” se ganará o se perderá. Pero el Señor nos lleva a través de la niñez, la adolescencia y la madurez por una razón. Toda etapa de razonamiento es útil. Conozcan su audiencia, hermanos, y magnifiquen el significado del bautismo.