The Deliberate Church/Loving Each Other/es
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Contents |
Introducción
Jesús dijo a los doce que el mundo conocería que son Sus discípulos por su amor el uno por el otro (Juan 13:34-35). Lo mismo es para la iglesia. Abnegación, humildad y amor cristiano debe ser la firma de aquellos quienes dicen ser miembros de la iglesia local. Mostrando de manera particular el amor cristiano el uno hacia el otro, entonces, es una herramienta evangelística apremiante para la extensión del evangelio y el crecimiento de la iglesia. Lo que esto quiere decir para el pastor y líder de la iglesia, sin embargo, es que necesitamos cultivar deliberadamente una cultura de amor cristiano y preocupación con el fin de que la iglesia local sea conocida como genuina y distintivamente una comunidad cristiana en el vecindario de alrededor.
La cultivación de esta clase de comunidad de amor cristiano es lo que hemos estado desarrollando en los capítulos 1-10. La meta de la reunión de la iglesia y el orden de nuestras reuniones semanales es cultivar una cultura que tenga efectos evangelísticos con nuestros amigos inconversos. En este capítulo tomaremos una mirada en algunos de los contornos de esa cultura.
Una Cultura Viva y Activa
¡Siempre pensé que era un poco raro que los fabricantes del yogurt trataran de vender su producto señalando tener “una cultura viva y activa”! nunca me detendría de comerlo. Pero cada vez que leo esa frase antes de disfrutar una experiencia refrescante de yogurt, ¡me pregunto si las pequeñas personas saldrían de mi boca!
Espero que esta pequeña reflexión no haya arruinado su siguiente experiencia con el yogurt. A pesar de todo, la iglesia debe estar llena de culturas vivas y activas –relaciones de mutuo aliento y que ayudan a crecer espiritualmente a las personas. Las iglesias deben ser llenas de amistades espiritualmente dinámicas en las cuales los cristianos más antiguos estén ayudando a enseñar y guiar a los cristianos jóvenes la Palabra, donde semejantes se reúnen regularmente para dar cuentas y orar juntos y donde los cristianos juntos se alimenten leyendo libros cristianos y charlando acerca de cómo pueden usarlos para crecer espiritualmente. Esta cultura viva y activa de amor tiene al menos cinco diferentes aspectos. Usted podría pensar en más.
Pacto. El primer aspecto de cualquier comunidad de iglesia local es que es de pacto. Esto es, es una comunidad de creyentes que se han hecho parte del Nuevo Pacto en la sangre de Cristo y como resultado, han pactado juntos ayudarse el uno al otro a correr la carrera cristiana con integridad, santidad, y gracia. Es una comunidad de mutuo compromiso de hacerse el bien espiritualmente –llevar las cargas del otro, compartiendo alegrías, dando apoyo al ministerio, ejerciendo una vigilancia afectuosa el uno para el otro y en ocasiones reprendiendo al impenitente o someterlo nosotros mismos a corrección si lo requiere la ocasión. Al firmar un pacto de la iglesia (vea el capítulo 4), nos estamos comprometiendo sostenernos el uno al otro en amor cristiano y rendición de cuentas y a someternos tanto a la exhortación como a la corrección de nuestros compañeros creyentes.
GABINETE DE ESTRATEGIA
- Lea Efesios 4:15-16. ¿Cómo crece el cuerpo? ¿Por qué son importantes las relaciones para este crecimiento?
- Lea Hebreos 10:24-25. ¿Por qué nos reunimos? ¿Por qué son importantes las relaciones para este propósito?
- ¿Cómo puede ser de utilidad el pacto de la iglesia para fortalecerse espiritualmente?
Cuidadoso. La cultura de la iglesia de amor mutuo debe también ser marcado por un cuidado –deliberadamente- que muestre nuestra preocupación por obedecer la Palabra de Dios en cada aspecto de nuestra vida corporativa. Queremos mostrar intencionalmente a cada paso –no solo que tenemos buenas intenciones, sino que todo lo que hacemos esta planeado deliberadamente para servir a la centralidad funcional del evangelio.
Corporativa. Cultivando una cultura de amor mutuo, animamos a las personas a poner una prioridad alta en la vida corporativa de la congregación, no solo en su propio andar individual con el Señor. La naturaleza de la vida cristiana es corporativa, porque el cuerpo de Cristo es una entidad corporativa. Mientras que nuestro andar individual es crucial, estamos empobrecidos en nuestra búsqueda personal de Dios si no aprovechamos la ayuda que esta disponible a través de las relaciones mutuas edificantes en nuestro pacto de la familia de la iglesia (Efes. 4:15-16; Heb. 10:24-25).
Podemos animar a los miembros a dar prioridad a la vida corporativa de la iglesia enseñándoles acerca del lugar bíblico de la iglesia en la vida del creyente, orando por ellos, animándolos a que asistan a los servicios mas que solo una vez por semana, esperando su asistencia a las reuniones de los miembros, animándoles a que den a conocer sus deseos de servir como diáconos de los diferentes ministerios de la iglesia, animándoles a orar a través del directorio de membresía una página a la vez, desafiándoles a servir en el are en la cual quizás no necesariamente sientan idealmente equipados. Cultivando la prioridad de la congregación local en las vidas de miembros individuales ayudará a limitar el individualismo egoísta y a crear una atmósfera de humilde servicio.
Pero una vez más, deben ser enseñados desde la Biblia que la vida corporativa de la congregación debe ser central en la vida del creyente individual (Juan 13:34-35, Efes. 3:10-11; 4:11-16; Heb. 10:24-25; 1 Juan 4:20-21). No podemos vivir la vida cristiana solos. Somos salvos individualmente de nuestros pecados, pero no somos salvos hacia un vacío. Somos salvos hacia una comunidad mutuamente edificante de creyentes quienes se fortalecen el uno al otro en amor y buenas acciones.
Transcultural. La iglesia local es para todos. Es por esto que es difícil defender la práctica de fijar como objetivo de la iglesia un área demográfica en particular basada en cualquier factor aparte que el del lenguaje. Las iglesias con objetivo fijo pueden tener un efecto no intencionadote obscurecer el transcultural y unificador poder del evangelio. Cuando el evangelio nos capacita a vivir en amor, aun cuando bien no tenemos nada en común salvo Cristo, es un testimonio a su poder de transformación de un grupo de personas pecaminosas y egoístas a una comunidad unida de amor por una relación en común con Jesucristo.
Transgeneracional. La iglesia local es una familia. Es un lugar donde niños y adultos de todas las edades pueden y deben relacionarse uno al otro para el mutuo estímulo y edificación. Los hombres cristianos más grandes de edad a menudo tienen muchos que enseñar a los hombres jóvenes acerca de la vida y el liderazgo, y hay innumerables maneras que un hombre joven puede servir y ayudar a las personas mayores. Las mujeres cristianas mayores a menudo tiene mucho que enseñar a las mujeres jóvenes acercad el servir en el hogar y en la iglesia, y una mujer joven puede a menudo servir a la mujer grande en innumerables maneras, ya sea en forma social, espiritual o física. Los jóvenes solteros pueden servir en la guardería o enseñar a los niños en la escuela dominical, desarrollando habilidades de padres para si mismos y animando a niños jóvenes en la fe.
Hemos experimentado el poder de la comunión transgeneracional como un testimonio evangelístico. Los visitantes se maravillan de porque muchos jóvenes están en los funerales de los miembros de mayor edad, y como las viudas tiene muchas jóvenes visitando sus casas para prestarles una mano. El punto es que, en el contexto del una sociedad comercializad, la iglesia puede destacar como un modelo único en la comunidad siendo una red de relaciones transgeneracionales cálidas basadas en el evangelio.
Edificando un Testimonio Corporativo
El objetivo final de edificar esta clase de comunidad –una edificada en el amor distintivamente cristiano que fluye del evangelio distintivamente cristiano- es con el fin de manifestar la gloria de Dios a todos nuestros vecinos alrededor, nuestras ciudades, y hasta el fin el mundo. Regresamos a Juan 13:34-35. “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” ¡Nuestro amor semejante a Cristo el uno por el otro es prometido por Dios como la herramienta mas poderosa de la iglesia para la evangelización!
Esta es la razón de porque depender de un programa de eficacia evangelística es como contratar mano de obra externa para la responsabilidad principal de la iglesia. Los programas evangelísticos no son necesariamente o categóricamente malos. Algunos son muy buenos. Pero temo que algunas veces dependemos de ellos tanto que olvidamos que la iglesia misma es el programa evangelístico de Dios. Las relaciones de mutuo amor en la iglesia están diseñadas por Dios para ser atractivas a la cultura incrédula. El amor de pacto, cuidado, corporativo, transcultural, y transgeneracional que caracteriza a la iglesia y glorifica a Dios al mismo tiempo tiene el propósito de evangelizar al mundo.
Conclusión
Interiorizando y aplicando estas verdades bíblicas hará la diferencia en como edificamos el cuerpo de la iglesia local. En vez de erróneamente afirmar la prioridad del individuo sobre el total corporativo, enseñamos a las personas que el crecimiento en amor el uno por el otro y la preocupación por el bien corporativo de la iglesia es esencial para el crecimiento y el bienestar del cuerpo. En vez de depender en programas, discipulamos personas. En vez de depender en personal de paga para que hagan todo el ministerio, enseñamos a las personas tanto en palabra como en hechos a iniciar conversaciones personales y relaciones con otros miembros de la iglesia con el fin de hacerles un bien espiritualmente. En vez de buscar el siguiente ministerio modelado por manos de hombres para hacer de nuestra iglesia un éxito, confiaremos en el poder transformador del evangelio para cambiar nuestros corazones y edificar una comunidad de cristianos caracterizados por amor abnegado y preocupación genuina por los demás. Ser deliberados hace la diferencia.