This Great Salvation/This Great Salvation/es
From Gospel Translations
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Pero en medio de mis preparativos, mientras desarrollaba el tema de que el egoísmo era un problema básico en muchos matrimonios, sentí que el Espíritu Santo me daba un golpe con toda la fuerza de la profecía de Natán al Rey David: “¡Tú eres ese hombre!” Mi culpa era evidente. Así que llamé inmediatamente a Carolyn para pedirle perdón. Tal como lo esperaba, ella me perdonó de inmediato. (Estar casada conmigo le ha dado mucha práctica en eso.)
Pero al reanudar mis estudios, experimenté la dolorosa y muy conocida realidad de la acusación. Un insistente pensamiento interrumpió mis esfuerzos: “¿Qué te califica para enseñar sobre la intimidad matrimonial en vista del hecho de que has pisoteado lo que vas a enseñar? ¡Lo pisoteaste aún mientras lo preparabas!”
No tuve ningún problema en identificar de dónde provenía la culpa que amenazaba paralizarme. El desafío era, ¿cómo podía deshacerme de ese sentimiento de culpabilidad?
Otro escenario se me había presentado una o dos semanas antes. Al parecer, varios de los artefactos eléctricos de casa habían conspirado en averiarse simultáneamente. (¿Te has dado cuenta que siempre sucede eso? ¿Por qué es que las cosas no pueden averiarse individualmente, en una secuencia manejable?) Se averió la aspiradora. Se averió el microondas - un gran desastre en mi hogar. Se me hace difícil esperar 15 segundos para que el microondas caliente mi comida, ¿cómo puedo esperar 15 minutos por el horno? ¡De ninguna manera! Además, nos pareció que la máquina de la calefacción no funcionaba bien cuando recibimos la cuenta eléctrica con el doble del cobro normal.
Me encontré con una sorpresa final antes de que termine la semana. Carolyn se había levantado temprano para ir a trotar. Después de haber salido de la casa, regresó y preguntó con mucha calma: “¿Dónde está el automóvil?” Yo simplemente la miré, sin estar seguro de cómo contestar. ¿Dónde está el automóvil?, pensé. Está en la entrada del garaje. Ahí es donde estacionamos los automóviles. Pero no estaba ahí. Esperé 45 minutos antes de notificar a las autoridades, esperando que uno de mis amigos llamara y confesara que nos jugaba una broma pesada. El teléfono nunca sonó. Más tarde ese día la policía encontró mi automóvil abandonado a varios kilómetros de distancia, intacto con excepción de las ruedas. ¡Nuestro automóvil fue robado frente a nuestra propia casa!
- ¿Te sientes seguro–no sólo te das cuenta, sino que te sientes consistentemente seguro–del amor de Dios hacia ti? ¿Te admiras de la gracia de Dios?
<-No-------Poco-------Si->
- ¿Puedes típicamente resistir las dudas y la depresión en medio de las pruebas?
¿Cómo hemos de responder a ese molestoso sentimiento de culpa (acusación), combinado con circunstancias difíciles y confusas (adversidad)? Tú quizás hayas experimentado cosas parecidas, o quizás más serias. Muy frecuentemente nos damos más cuenta de las acusaciones que de la gracia de Dios; nos sentimos aturdidos, hasta amargados durante la adversidad en vez de sentirnos seguros de la soberanía de Dios.
Antes de proceder con este capítulo, por favor toma un momento ahora para leer Romanos 8:28-39. Tan increíble como parezca, un sólido entendimiento de las verdades que contienen estos doce versículos te permitirá responder con un convincente “¡Sí!” a cada una de las preguntas en el cuadro a la izquierda. No existe una respuesta más eficaz a la acusación y la adversidad que ésta magnífica sección de las Escrituras.
Contents |
¿Sabias?
Dos de los versículos en nuestro pasaje de Romanos muy bien podrían encontrarse en cualquier lista de secciones “más citadas” de la Biblia:
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo a su propósito. (v. 28)
¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? (v. 31)
Pero permíteme presentar algo para tu consideración. Yo creo que muy frecuentemente tratamos de exhortarnos y animarnos unos a otros con estos versículos sin entender el contenido de los dos versículos del medio. Es inútil tratar, pues a menos que comprendamos el contexto que ofrecen los versículos 29 y 30 no podremos apreciar totalmente las promesas en los versículos 28 y 31 y en el pasaje que los sigue. Examina detenidamente estos dos versículos esenciales:
Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. (v. 29-30)
- James Cantelon
Si hubieras llegado a mi casa el día que me robaron el automóvil y que mi microondas se averió, me hubieras aconsejado legítimamente que creyera que “Dios dispone todas las cosas para el bien”. Yo espero que hubiera respondido a esta verdad bíblica. Así mismo, tu podrías haberme exhortado a que rechazara el sentimiento de culpa que permaneció después de haber pedido perdón a Carolyn al recordarme que “si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica”. De nuevo, no hubiera podido haber negado la certeza de esta verdad. Pero si no se entienden dentro del contexto, estas promesas no pueden hacer nada más que efectuar un cambio o alivio temporal. Su eficacia está limitada hasta que comprendamos las doctrinas que contienen los versículos 29 y 30.
Al leer Romanos 8:28-39 vemos claramente que Pablo estaba convencido de las cosas que escribió. Él sabía que Dios dispone todas las cosas para el bien de su vida, a pesar de las pruebas y sufrimientos de naturaleza que jamás experimentaremos nosotros. (Pablo definía “bien” no en términos de placer y prosperidad personal, sino conforme la imagen de Cristo.) El sabía que Dios lo había justificado aún cuando experimentaba acusación. El sabía que nada–ni la adversidad, la tribulación, la acusación, la persecución demoníaca, la muerte misma–podría separarlo del amor de Cristo (v. 35). ¿Qué le daba tal confianza y seguridad? Era su íntima familiaridad con estas cinco importantes doctrinas: conocimiento de antemano, predestinación, llamado, justificación, y glorificación.
Grandes problemas financieros
Diagnosis de cáncer
Muerte repentina de un amigo íntimo o miembro de familia
Desempleo por tiempo indefinido
Pensar en el infierno
Otro___________________Ese mismo grado de convicción y fe te llenará al meditar en el contenido de los versículos 29 y 30. Cuando vengan las acusaciones tu podrás responder con confianza: “Dios es el que justifica”. Podrás decir con toda certeza: “Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman”, aún cuando estés experimentando circunstancias que parecen confusas, aturdidoras, y hasta contradictorias a lo que deseas.
Pablo basaba su confianza en las cinco doctrinas que cita Romanos 8:29-30: conocimiento de antemano, predestinación (o elección), llamado, justificación, y glorificación. En estas palabras tenemos una descripción del plan soberano y redentor de Dios.
- Sinclair Ferguson
Si lees cuidadosamente, notarás que Pablo usa el pasado pretérito en la lista de estas doctrinas (ej., “a los que predestinó, también los llamó”). No hay nada indeciso ni especulativo en estas declaraciones. Todo aspecto del plan redentor de Dios se menciona como si ya se hubiera cumplido en nuestra vida. Esa es la eterna perspectiva, según lo ha notado el conocedor de la Biblia F.F. Bruce:
El conocer de antemano y predestinar pertenecen al eterno consejo de Dios; el llamado y la justificación han sucedido en la experiencia de su pueblo; pero la gloria, en lo que concierne a su experiencia, está en el futuro. Entonces ¿por qué Pablo usa el mismo tiempo pasado para esto que usa para los otros hechos de Dios? Quizás está imitando el uso hebreo del ‘pasado profético,’ en el que un evento predicho se toma como tan seguro que se describe como si ya hubiera ocurrido. Como asunto de historia, el pueblo de Dios todavía no ha sido glorificado. Pero en cuanto al decreto divino, su gloria ha sido determinada desde la eternidad.[4]
Yo tuve una experiencia hace varios años que quizás ayude a clarificar todo esto. Como procedente de la zona de Washington, D.C. y ávido aficionado a los deportes, yo tenía más que un ligero interés en el partido de fútbol americano del Superbowl de 1988 entre los “Redskins” de Washington y los “Broncos” de Denver. También era un tanto cínico con respecto a la habilidad de los Redskins para desempeñarse bien bajo presión–especialmente después de ver al jugador de los Broncos, John Elway, dar un touchdown (similar a un gol en fútbol) de 80 yardas en la primera jugada. Pasé la primera parte del partido en cierto grado de tormento, el cuerpo contorsionado con cada jugada como si mis espasmos involuntarios y nerviosos pudieran mejorar el desempeño de los Redskins.
Poco después, los Redskins recuperaron el partido cuando Doug Williams lanzó cuatro touchdowns como nadie jamás lo había hecho antes. Poco a poco mi cinismo desapareció y el equipo pasó a ganar convincentemente.
- James Cantelon
Lo interesante es la manera en que miré el partido mientras se desarrollaba y la manera en que miré la grabación del partido en video. La segunda vez fue muy diferente. Yo estaba relajado. Estaba disfrutando lo que comía. Yo sabía cuál sería el resultado antes de comenzar a mirar el partido. No importaba cuánto celebraran los aficionados de los Broncos el rápido touchdown de Elway, yo sabía que en pocos minutos comenzaría la dominación.
¿Cuál es el punto? Dios conoce tan bien el futuro como nosotros el pasado. El quiere impartir esa certeza y seguridad en nosotros aquí en el presente. El quiere que nosotros sepamos que hemos sido justificados, que sepamos que el dispone todas las cosas para el bien, que sepamos que nada puede apartarnos del amor de Cristo.
¿Lo sabes tú? ¿Tienes la misma seguridad que tenía Pablo? ¿O acaso todavía dudas del plan o la providencia de Dios?
Dios quiere que nosotros acojamos y gocemos de su plan de redención como un hecho cumplido en nuestra vida. Aunque es cierto que nuestra glorificación todavía no ha sucedido–eso no pasará hasta que Jesús vuelva y recibamos un cuerpo nuevo. Pero nosotros debemos vivir en lo bueno de este plan que se nos presenta y que comienza en la eternidad pasada y se extiende hasta la eternidad futura.
El impacto en nosotros en el presente es que podemos vivir con certeza y estar seguros de que el que comenzó tan buena obra en nosotros la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús. Cuando entiendes lo que es el conocimiento de antemano (aún al pequeño grado que es posible), cuando captas lo que es la elección, cuando aprecias el llamado, cuando te beneficias de la justificación, cuando anticipas la glorificación, entonces te das cuenta de que Dios está totalmente y obviamente de tu parte. ¡Nada te puede separar del amor de Jesucristo! Y aunque tu microondas se descomponga mañana o desaparezca tu automóvil, puedes saber con certeza que Dios dispone todas las cosas para tu bien porque amas a Dios y has sido llamado de acuerdo a su propósito.
Por el resto de nuestra vida y por toda la eternidad nos maravillaremos de estos aspectos del carácter y el plan de Dios. ¡Cuán indignos somos de su conocimiento de antemano, su predestinación, su llamado, su justificación, y su glorificación! Aunque todo se podrá entender mejor una vez que seamos glorificados con él, no estaremos menos maravillados de nuestra gran salvación.
Pero no esperemos hasta el final de la vida. Explorar nuestra gran salvación ahora hará una gran diferencia en la manera en que respondemos a la acusación y la adversidad mientras cumplimos con el propósito de Dios.
El Poder de la Teología
A crucial transition occurs in Romans 8:31. Paul asks, “What then shall we say in response to this?” As it turns out, Paul has plenty to say in the next nine verses. And once we have acquainted ourselves with foreknowledge, predestination, calling, justification, and glorification, we’ll be able to respond to this great salvation with the intense conviction Paul exemplifies. Check this out.
God is for us (v.31). Could this be true? If you began this chapter unsure about God’s predisposition, wonder no more. He is for you. He has convincingly demonstrated that, as we’ll see in a few paragraphs. The basis for understanding whether or not God is for us is not subjective. Our emotional state is irrelevant. The objective, eternal fact of the matter is that God is for us.
Who can be against us (v.31)? This promise could easily be misinterpreted. Paul isn’t saying that no one will ever be against you. In fact, both he and Jesus guaranteed just the opposite! However, no one who is against you will ever ultimately be successful because God is for you. No adversary can successfully challenge his sovereignty.
Consider the implications of this statement. Perhaps you are in a work situation where your boss appears to have something personal against you. Maybe he has even promoted others despite the fact that you were most qualified. That can be a very difficult test. So what do you do in that situation? You could begin looking for a new job, or go home and relieve your stress by watching tropical fish for a while. But there’s a better way: Remind yourself that the sovereign God is for you. No matter what your employer does, Almighty God is for you and his purpose for your life will not be frustrated.
If you can comprehend this, I guarantee that you will walk into your workplace tomorrow with a different attitude. Rather than resenting or resisting your employer, you’ll be motivated to serve him or her! Such a dramatic transformation can only take place if you have grasped foreknowledge, predestination, calling, justification, and glorification. A right understanding of the doctrines of grace will forever change the way you view and respond to circumstances. Rather than taking revenge on your adversaries, you’ll be able to love, pray for, and serve them.
Not even Satan can successfully oppose us. His power and authority tend to be overrated, anyway. We should be aware of him and maintain a certain degree of respect for his devices, but he is a created being. He cannot do anything without receiving permission from God. And listen— God is not indifferent to your situation. He has chosen you. He knows you by name. He is for you.
God gave his own Son for us (v.32). If you need proof that God is for you, look no further than the Cross. I cannot imagine what pain the Father must have experienced when he heard Jesus cry out, “My God, my God, why have you forsaken me?” He forsook his own Son so that we might know him as Father and never be forsaken ourselves. What further demonstration do we need? That bloody form hung there on the Cross to make this eternal proclamation: “I AM FOR YOU!”
“Now have come the ____________ and the _____________ and the ____________ of our God, and the authority of his ______________. For the _____________ of our brothers, who ____________ them
before our God _______ and _______, has been ____________ _________.”No one can bring any charge against those God has chosen (v.33). You may be among those who know the torment of accusation. Past sins and failures relentlessly come to mind. No matter how many times you confess your sin, the memory of what you’ve done returns. But verse 33 is a legally binding statement: “Who will bring any charge against those whom God has chosen? It is God who justifies.” The holy and just Judge of all has rendered a verdict that cannot be reversed. He has declared that because of the substitutionary sacrifice of his Son, you are now justified before him. Every time you hear accusations, affirm and declare that you have been justified by the finished work of Christ.
Yet because you have received Christ’s substitutionary sacrifice, no one can successfully bring a charge against you—not only in this lifetime but also at that critical moment when you stand before the judgment seat of God.
There’s no more effective way to fight condemnation than to focus on the Cross. If you’re lacking assurance or acceptance, fill your thoughts, your heart, and your worship with the Cross of Jesus Christ.
Jesus is interceding for us (v.34). In addition to the wonder of his willing death on our behalf, our Lord prays for us from his authoritative position at the Father’s right hand. He’s not passively waiting for the end of the age, occasionally looking at his watch. Nor is he simply relaxing and receiving the sacrifice of our worship and service. He spends your entire lifetime interceding for you—by name.
Doesn’t it encourage you to know Jesus himself is praying for your needs at this very moment?
Nothing shall separate us from the love of Christ (vv.35-39). When Paul says nothing, he means nothing. Trouble. Hardship. Persecution. Famine. Danger. Death. None of these can come between us and our Lord’s love.
- For I am convinced that neither death nor life, neither angels nor demons, neither the present nor the future, nor any powers, neither height nor depth, nor anything else in all creation, will be able to separate us from the love of God that is in Christ Jesus our Lord (Ro 8:38-39).
When pounded by accusation or hounded by adversity, we can feel separated from God’s love, as if he has abandoned us. An understanding of foreknowledge, predestination, calling, justification, and glorification delivers us from the unbiblical and unhelpful dependence on our fluctuating emotions at that time.
I know a man in England who could have reacted to his circumstances by charging God. I met Henry years ago at a conference. He is a respected Bible teacher and author in England and a man of proven character. In our interactions over the years I’ve been impressed with the kindness and care he consistently demonstrates.
During a recent visit to England I learned that Henry’s wife had a serious illness and wasn’t expected to live more than six months. I was surprised to see them present at the conference. Even more surprising was the joy so evident in their facial expressions. Almost unbelievable was the way they were reaching out to other people. Instead of secluding themselves in self-pity, they were continuing to serve as normal. I was deeply affected.
Henry and I met at breakfast one morning during the conference. “C.J.,” he said, “I’m sure you know what’s happening with my wife. I’ve sought God, I’ve seen him heal many people, but I have no word that she’ll be healed.” I didn’t know what to say. I was thinking to myself, How can I respond? The next time I see him, his wife won’t be with him.
As it turned out I didn’t need to say anything, because for the next 15 minutes Henry shared with me an invaluable lesson from Scripture and Church history on the subject of death. He quoted Charles Spurgeon, who described being most aware of God’s glory when at the bedside of a dying saint. He also cited this statement made by John Wesley of an earlier generation: “Our people die well.”
Henry’s sorrow was evident. He made no attempt to conceal his grief. But he was convinced that death could not separate him or his wife from the love of Jesus Christ.Decades of studying and teaching the great truths of foreknowledge, predestination, calling, justification, and glorification had convinced them of God’s sovereignty and love. They weren’t afraid. They were secure. As Henry stood up and left I commented to a friend, “That’s the power of understanding the doctrine of grace to change someone’s life and sustain them in the midst of adversity.”
At another point in the conference I was standing behind Henry as he worshiped. He turned back to me and said, “I’m going through my library and I have select books for certain men that I want to pass on to other generations. I’m going to be sending you a book.” Not only was he prepared for his wife’s death, but Henry was laboring to equip the next generation of leaders.
Don’t feel sorry for him. I was the one all broken up inside. There he was, worshiping with a soft smile on his face. Why wasn’t he bitter, depressed, complaining, or withdrawn? How could he minister joy to people in the midst of such deep, personal sorrow? Because Romans 8:38-39 was engraved on his heart: He knew that nothing could separate him from the love of Christ.
As the truths about this great salvation penetrate your heart, the result will be an ability to respond to accusation and adversity knowing and declaring that if God is for you no one can successfully oppose you, that he has justified you, and that nothing can separate you from his love.
If this book attempted to explore all five doctrines highlighted in this first chapter—foreknowledge, predestination, calling, justification, and glorification—it would be several hundred pages longer. (Actually, we would still be in the process of writing it!) We have opted to use the next six chapters to focus on just one: the magnificent doctrine of justification by faith.
As you work through these pages, please don’t be intimidated by the theology and doctrine you will cover. This stuff is full of life…and it will change your life. You will be awe-struck by the gift of justification that Jesus secured for us at the Cross. You will become convinced that God is for you, that all things are working together for good in your life, and that no one ultimately can oppose you with any degree of success. How overwhelming! And how totally undeserved. Truly this is amazing grace.
Group Discussion
- What’s your single biggest fear?
- An understanding of our great salvation is the perfect remedy for two common ailments. What are they? (Page 4)
- Have you ever blamed God when something went wrong?
- How do you handle anxiety and stress?
- Is there any area where Satan consistently accuses you?
- Glance back at the Superbowl story on page 5. How does this affect your understanding of Romans 8:29-30?
- How did you respond to Question #4 on page 9?
- It’s too easy to keep theology locked up in our brains rather than letting it influence our behavior.
- What effect will this chapter have on your daily life?
Recommended Reading
God’s Words: Studies of Key Bible Themes by J.I. Packer (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1981)
The Pilgrim’s Progress by John Bunyan (various editions available, including an inexpensive Penguin Classic)
Romans by John Stott (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1995)
Still Sovereign by Thomas R. Schreiner and Bruce A. Ware, eds. (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 2000)
Notes
- ↑ Sinclair Ferguson, The Christian Life: A Doctrinal Introduction (Carlisle, PA: The Banner of Truth Trust, 1989), p. ix.
- ↑ James Cantelon, Theology for Non-Theologians (New York: Macmillan Publishing, 1988), p. 6.
- ↑ Sinclair Ferguson, The Christian Life, p. 2.
- ↑ F.F. Bruce, Tyndale New Testament Commentaries—Romans (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1983), pp. 177–78.
- ↑ James Cantelon, Theology for Non-Theologians, p. 101.
- ↑ Jerry Bridges, Trusting God (Colorado Springs, CO: NavPress, 1988), p. 71.
- ↑ Anthony Hoekema, Saved By Grace (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1989) p. 177.
- ↑ F.F. Bruce, Tyndale New Testament Commentaries—Romans, p. 181.
- ↑ Sinclair Ferguson, The Christian Life, p. 187.