First Steps of Faith/Some Things to Know About Yourself/es
From Gospel Translations
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¿Qué significa ser un cristiano? ¿Qué pasó realmente el día que sometiste tu vida a Dios? Lo más probable es que fue algo así: Supiste de Jesús por medio de un amigo o un familiar o quizás en un servicio de la iglesia. A medida que obraba la Palabra de Dios, sentiste la actividad del Espíritu Santo redarguyendo tu corazón (aunque no sabías cómo llamarla). Probablemente tuviste plena conciencia de tus propios pecados. Luego, mientras el impacto de Su redargüir era todavía fresco, alguien te explicó que Jesús murió por ti en la Cruz—un acto de amor infinito que hizo posible que te reconciliaras con Dios. Atraído por la iniciativa misericordiosa de Dios, respondiste al evangelio confesando tu pecaminosidad y aceptando a Cristo por fe como tu Señor y Salvador. Quizá te dieron una Biblia para conmemorar el evento, y regresaste a tu casa lleno de emoción y entusiasmo sobre la vida... y miles de preguntas sin respuestas.
Pero, ¿fue eso lo único que pasó?
— David C. Needham
Fuera con lo viejo, adelante con lo nuevo
Recibir perdón por tus pecados es sólo una de las bendiciones que recibiste cuando Dios te salvó. No malinterpretes—nunca trataría yo de restarle importancia a ese hecho. Todo creyente debiera sentirse sobrecogido al saber que el pecado que lo condenaba y que una vez pesaba sobre su cabeza ahora ha sido clavado permanentemente a la Cruz (Colosenses 2:13-15). Pero con todo lo maravilloso que es el perdón, es sólo el principio de tu herencia en Cristo. ¡Ha ocurrido algo absolutamente fantástico! La Biblia lo describe así:
De modo que si alguno está en Cristo, nueva creación es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas. (2 Corintios 5:17)
El día que fuiste salvo, te convertiste en una persona completamente diferente. “El cristiano es una persona que cambia radicalmente el momento en que confía en Cristo,” escribe Jerry Bridges. “Esto no significa que en la práctica nos convertimos en ‘santos’ de la noche a la mañana. Sí significa que una nueva creación—un nuevo principio de vida—ha sido plantada en nuestro interior por el Espíritu Santo, y nunca más volveremos a ser como antes.”2
Tu cambio de una “vieja creación” a una “nueva creación” fue dramático e irreversible. No eres simplemente una versión mejorada de lo que era antes. A diferencia de los automóviles que salen de la línea de producción cada año, tienes más que una pintura nueva o un diseño aerodinámico para distinguirte del modelo del año pasado. ¡Hay un motor totalmente nuevo bajo el capó! Y aun esta ilustración dista mucho de describir lo que ha sucedido. Has sido transformado de un ser a otro.
Dudo que hayas visto todos estos cambios cuando te miraste al espejo esta mañana. Pero la Palabra de Dios es verdad. En las próximas secciones exploraremos tres cosas que han cambiado en ti ahora que eres una nueva creación en Cristo.
Tu condición espiritual ha cambiado
Antes de nacer de nuevo, Dios te consideraba muerto, en tinieblas y condenado. Estabas muerto en pecado, indiferente a las cosas espirituales e incapaz de tener una vida espiritual sin la ayuda de Dios (Colosenses 2:13; Efesios 2:1). Tu corazón estaba en tinieblas, sin poder entender a Dios ni obedecer sus mandatos (Efesios 4:17-19). Como resultado, estabas condenado a cargar con toda la
culpa de tus pecados y pagar el horrible pero justo castigo por ellos (Mateo 10:28; Romanos 6:23).
Tu condición espiritual cambió en el instante que naciste de nuevo. Lo espiritualmente vivo (Espíritu Santo) tocó lo espiritualmente muerto (tú) y te dio vida. Dios dio luz a tu oscuro corazón para que lo pudieras ver y seguir. Lo cambió de un corazón de piedra a un corazón de carne (Ezequiel 36:26). Por último, Dios canceló tu castigo de muerte, clavándolo en la Cruz (Colosenses 2:14). Ya no te encuentras condenado a la pena capital, esperando el tormento del infierno. En cambio, tienes la increíble garantía de que resucitarás de los muertos y pasarás la eternidad con Dios en el cielo.
Tu posición ante Dios ha cambiado
La Biblia dice que antes eras enemigo de Dios. ¿Lo sabías? No eras meramente apático o pasivo hacia él. No eras meramente un cínico o un agnóstico. Te oponías activamente a su gobierno y a su reinado en tu vida (Romanos 8:7). Él se oponía a ti. Pero tu posición ante Dios cambió completamente el día que fuiste salvo.
� Antes eras enemigo de Dios; ahora eres su amigo.
� Antes estabas en guerra con él (¡qué desiguales!)—ahora tienes paz con Dios por medio de tu Señor Jesucristo (Romanos 5:1).
� Eras culpable de grandes pecados; ahora estás justificado por Cristo y libre de condenación (Romanos 8:1).
� Antes estabas separado de Dios y sin esperanza en este mundo; ahora Él nunca te dejará ni abandonará (Hebreos 13:5).
� Antes estabas lejos de Él, pero ahora “habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Efesios 2:13).
� Antes estabas frente a la ira ineludible de tu Juez celestial; hoy conoces el amor y la providencia de tu Padre celestial. Hasta te invita que te acerques a su trono confiadamente con tus peticiones a fin de poder darte gracia y ayuda en tu momento de necesidad (Hebreos 4:16). ¡Alabado sea Dios por su obra maravillosa a tu favor!