How to Be a Refuge for Your Children/es

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Revision as of 17:25, 22 October 2008 by JoyaTeemer (Talk | contribs)
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Proverbios 14:26
Si uno pone una gran confianza en el temor del Señor,  sus hijos tendrán un refugio.

Si papi tiene miedo, ¿donde se puede amparar un niño? Se supone que los papis dan seguridad. Se supone que saben qué hacer, cómo resolver los problemas y cómo arreglar las cosas y, lo principal, saben cómo proteger a los niños del dolor. ¿Pero que pasa si un niño ve miedo en el rostro de su papi? ¿Qué pasa si papi tiene tanto miedo como el niño, y no sabe qué hacer? Entonces el niño se siente totalmente angustiado y siente pánico. Siente que el único amparo fuerte, bueno y digno de confianza ya no es seguro.

Pero si papi tiene confianza, entonces los niños tendrán un refugio. Si papi no se alarma, sino que está calmado y tranquillo, ya se pueden caer las paredes, y romper las olas, y silbar las serpientes, y rugir los leones y soplar el viento, pues todavía habrá un lugar seguro en los brazos de papi. Papi es un refugio, siempre que papi tenga confianza.

Es por eso que los Proverbios 14:26 dicen que “sus hijos tendrán un refugio”, si papi tiene “una confianza férrea”. La confianza de papi es el refugio de sus hijos. Papás, la batalla para tener confianza no sólo trata de nosotros, sino de la seguridad de nuestros hijos. Se trata de su sensación seguridad y felicidad. Se trata de si crecen inquietos o con una fe firme. Hasta que los niños lleguen a conocer a Dios de una manera profunda y personal, nosotros somos la imagen y la representación de Dios en sus vidas. Si estamos seguros de nosotros mismos y somos dignos de confianza para ellos, tendrán muchas más probabilidades de dirigirse a Dios como su refugio cuando les azote la tormenta.

¿Entonces cómo podemos tener una “confianza férrea”? Después de todo, también nosotros somos niños pequeños, potes de arcilla, débiles y rotos por la lucha contra la ansiedad y las dudas. ¿Es una solución poner la mejor cara que tenemos y ocultar nuestro yo verdadero? Esto conducirá, en el mejor de los casos, a una úlcera, y en el peor, a una deshonrosa duplicidad que provocará un rechazo en los adolescentes. Ésa no es la respuesta.

Los Proverbios 14:26 ofrecen otra respuesta: “En el temor del Señor hay una confianza férrea”. Esto es muy extraño. Dice que la solución al miedo es el miedo. La solución a la incertidumbre es el miedo. La solución a la duda es el miedo.

¿Cómo puede ser esto?

Parte de la respuesta es que el “temor al Señor” significa temer deshonrar al Señor. Lo que a su vez significa temer desconfiar del Señor. Lo que finalmente significa temer tener miedo de lo que el Señor te ha prometido para ayudarte a superar algo. En otras palabras, el temor del Señor es el gran destructor del miedo.

Si el Señor dice, “No temas, estoy contigo, no estés afligido, yo te ayudaré”, (Isaías 41:10), entonces es un acto temerario preocuparse por el problema con el que él dice que te ayudará. Temer ese problema cuando él dice, “No temas, yo te ayudaré”, es un voto de no confianza contra la palabra de Dios, y esto es una gran deshonra para Dios. Y el temor del Señor tiembla contra tal deshonra a Dios.

Si el Señor dice, “Nunca te fallaré ni te apartaré de mí”, entonces tú puedes decir con confianza, “El Señor es mi Salvador, no tendré miedo; ¿qué puede hacerme el hombre? (Hebreo 13:5-6) – si el Señor te dice eso, entonces no tener confianza en la presencia y la ayuda prometida del Señor es una especie de orgullo. Coloca nuestra preocupación por el problema por encima de la preocupación de Dios. Por eso leemos las increíbles palabras del Señor en Isaías 51:12, “Yo, incluso Yo, soy Aquél que te reconforta. ¿Quién eres tú que temes al hombre que muere Y al hijo del hombre que está hecho de arcilla? ¿Quién eres tú para temer al hombre, cuando Dios ha prometido ayudarte? Así que temer al hombre es orgullo. Y el orgullo es todo lo contrario del temor de Dios.

Por eso sí, el Proverbio es verdad y una gran ayuda para nosotros. Temed a Dios, papás. Temed a Dios. Temed deshonrarle. Temed desconfiar de él. Temed poner vuestra evaluación del problema por encima de la suya. Él dice que puede ayudar. Él es más listo. Él es más fuerte. Él es más generoso. Confiad en él. Temed no confiar en él.

¿Por qué? Él trabaja para aquellos que le esperan (Isaías 64:4). Él resolverá el problema. Él rescatará a la familia. Él cuidará de los más pequeños. Él cubrirá vuestras necesidades. Temed no creer eso. Entonces vuestros hijos tendrán un refugio. Tendrán a un papi que tiene “una confianza férrea” – no en él mismo, sino en las promesas de Dios, delante del cual tiembla si no confía en él.

Aprender a temer al Señor por el bien de mis hijos,

Pastor John

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