The Heart of Depression/es
From Gospel Translations
Las causas de la depresión espiritual dependen de cómo se define la palabra espiritual. Si se la define en sentido estricto para significar la depresión causada por el pecado, entonces ya termina la búsqueda de una causa. Pero supongamos que toda la depresión es la depresión espiritual, que, efectivamente, es. La depresión es una experiencia desagradable que se describe típicamente con imágenes de vacío, pesadez, y aún el infierno mismo. Cualquier cosa tan desagradable, lo que sea la causa, siempre es espiritual. No es decir que la depresión siempre sea causada por el pecado, pero por cierto formula preguntas espirituales, y llega a ser ocasión para una batalla declarada espiritual, y se puede estar seguro de que durante ella, el pecado será una trampa.
Las teorías del desequilibrio químico de la depresión han reducido el campo del término depresión espiritual, y los guardianes de nuestros términos generalmente controlan la discusión. Un buen punto de partida en la búsqueda de una causa es extender la depresión espiritual a su tamaño original.
Entonces, ¿cuál es la causa de la depresión? Es como preguntar, ¿cuál es la causa del sufrimiento? Hay por lo menos cinco causas diferentes.
Primero, nosotros podemos causar la depresión. Nuestro propio pecado, incredulidad, dedicación a nuestras interpretaciones en vez de buscar las de Dios, todos pueden ser causas de la depresión. Segundo, las otras personas pueden causar nuestra depresión. Un régimen constante de palabras desalentadoras de las personas que suponemos que nos aman, o la violación sexual y la vergüenza asociada con ella por cierto pueden contribuir a la depresión. Tercero, nuestros cuerpos pueden causar la depresión. Los cuerpos no pueden crear la desesperanza o la perdida de propósito, pero pueden interrumpir el sueño, ofuscar nuestros pensamientos, y causar sentimientos físicos de la depresión. Cuarto, se puede decir que Satanás es una causa de la depresión. Puede aquejar el cuerpo y apilar acusaciones en la concienca sensitiva. Y quinto, Dios gobierna todas las cosas, incluso la depresión y el sufrimiento. Podríamos decir que lo permite, y podríamos decir que hay veces cuando lo ordena.
De estas cinco causas, los dos que nos interesan particularmente son nosotros mismos—nuestros propios corazones—y nuestros cuerpos.
En cuanto a la segunda causa, los pecados de los otros típicamente necesitan estar empujados por una falta de clemencia o creencia para asumir el estatus de depresión. En cuanto a la cuarta causa, Satanás podría tener sus huellas digitales en la depresión, pero no es esencial para entender las detalles de su influencia. En la quinta causa, Dios gobierna todas las cosas, pero usualmente cuando preguntamos por las causas, buscamos las causas más urgentes que las que usa Dios para Sus propósitos.
Causas físicas. Las causas que han recibido la más atención por las últimas décadas han sido las físicas. Hay unas enfermedades conocidas, como la enfermedad de Parkinson y el hipotiroidismo, que pueden causar la depresión, y unos medicamentos de receta pueden causar la depresión como efecto secundario. Pero las discusiones presentes sobre las causas físicas de la depresión se refieren a algo más. Asumen un desequilibrio químico en el cerebro que causa la depresión. Todos los medicamentos antidepresivos se dirigen a estos presuntos desequilibrios químicos.
Es evidente que los cerebros de la gente deprimida son químicamente diferentes de los cerebros de la gente no deprimida. Somos personas encarnadas. Todo lo que pensamos, sentimos, y hacemos se imprima en la tela neuronal de nuestros cerebros. Pensar en las cosas buenas, verdades, y bellas, y el cerebro demostrará una cierta huella química; permitir imaginaciones pecaminosas y tendrá otra. Sin embargo, esas diferencias químicas no son las causas. Son manifestaciones físicas y concomitantes del pensamiento. No nos causan tener pensamientos pecaminosos ni divinos.
Las investigaciones de la depresión tropezan con este mismo fenómeno. Incluso si las investigaciones pudieran demostrar la diferencia entre los cerebros de los deprimidos y los no deprimidos, no le podrían decir si esos cambios son causa o consecuencia de la depresión. Pero las investigaciones de las causas físicas de la depresión no son muy avanzadas. En este momento, los investigadores continuan a buscar diferencias químicas definitivas en el cerebro deprimido.
A continuación hay un resumen de las causas físicas posibles: Para algunas pesronas, la depresión parece tener orígenes físicos. Puede surgir sin motivo aparente, y parece que no se relaciona con la condición espiritual. La fé en Jesucristo puede fortalecer a los que la experimenta, pero la fé no tranquiliza la tormenta emocional. Para muchos otros, la depresión se entremezcla con varios problemas diarios. El enojo, el miedo, la culpa, la verguenza, la perdida, o una combinación de todas estas cosas forman parte de la experiencia depresiva. La desesperanza casi siempre está presente. Se podrían aliviar los sentimientos y acompañamientos físicos de estas experiencias por un medicamento, pero los medicamentos no necesariamente van a la raíz del problema.
Causas espirituales. La desesperanza puede revelar las raices espirituales de algunas formas de la depresión. La desesperanza no es un problema físico; es espiritual. Ha perdido de vista los propósitos del reino de Dios que usan hasta el sufrimiento para lograr Sus fines. La desesperanza conoce la introducción de Salmos 22, " Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" Pero su tono puede tener un sentido de frustración, y no lo lleva a cabo el Salmo.
Tome cualquier problema espiritual—el enojo, el miedo, la incredulidad, la culpa o la vergüenza. Déjelo persistir sin oír la verdad y el consuelo del evangelio y responderlo. El resultado, para los propensos, puede ser la depresión. Las emociones son un tipo de lenguaje. Dicen algo. Escuchen la depresión y oigan lo que tiene que decir. Algunas veces simplemente dice, "Estoy sufriendo." Con estas incidencias, las causas de la depresión no son aparentes. Otras veces, sin embargo, puedes oír el grito del corazón, "Yo deseo," "Tengo miedo," "No estoy bien," "Soy un fracaso." Estas tal vez señalan las causas espirituales de la depresión. Por lo menos, señalan los asuntos espirituales que han sido revelados por el sufrimiento de la depresión.
Discernimiento. ¿Cómo puedes determinar si la depresión tiene una causa física o una causa espiritual? Al principio, la respuesta podría ser decepcionante, pero en efecto es muy profundo. La respuesta es que no se necesita distinguir la misma causa. Se puede efectivamente ayudar a alguien depremida sin saber la causa.
El estudio prototípico es Job. Job aguantaba los sufrimientos más duros, y nunca sabía la causa de ellos. Entendía que maleantes fueron una causa, pero nunca se los mencionó en sus preguntas. La pregunta básica era, "Soy yo la causa o no?" La respuesta de Dios no fue repartir porcentajes a causas diferentes. Simplemente dijo que era el Dios soberano, y que se podía confiar en Él. Cuando uno experimenta el sufrimiento severo, no es la hora generalmente para especulación de las causas. Es la hora para confiar en Él que reina sobre todo el sufrimiento. Es hora de conocer la comodidad de Dios (2 Cor. 1) y confiar en Sus métodos. De esta perspectiva, el sufrimiento y la depresión resultan algunas veces de una causa física, y otras veces de una causa espiritual. Pero siempre tienen que ver con la relación entre la person deprimida y Dios. ¿Confiaremos en Dios en medio de nuestro sufrimiento?
Esto no significa que la búsqueda de una causa es equivocado o inútil. Sin embargo, significa que algunas veces no hay una causa clara. Cuando no hay, confiamos en Dios, andamos por la fé—con el ánimo de la gente de Dios—y nos arrepentimos cuando el pecado es descubierto. Además, estamos libres de tratar de reducir nuestro sufrimiento, si sea posible.
Dirección del sacerdocio. La manera más prudente para enfocar en la depresión es clasificarla como sufrimiento y, por lo menos al principio, quedarse agnóstico en cuanto a las causas. Acérquese a las personas que sufren y ande con ellos. Ore para el alivio de su sufrimiento. Traten de ofrecer palabras de aliento. Reconozcan que los sentimientos depresivos podrían significar que aún no pueden imaginar algo bueno, como el amor. En ese caso, tienen que aprender más profundamente la habilidad de andar por la fé. Deben ser sospechosos de las interpretaciones del ateísmo o deísmo que naturalmente vienen de la depresión, y deben aprender a vivir por las palabras de Cristo (Deut. 8:2–3). A lo largo del camino estarán invariablementes atrapados por el "pecado que nos asedia" (Heb. 12:1). Los deprimidos son, después de todo, como los otros.
Cuando se le pegan a Cristo por la fé, y cuando se arrepienten del pecado revelado, tal vez experimentarán un alivio de su depresión, en cual caso tal vez había una causa espiritual intrínseco. Pero los ayudadores sabios no tienen que hacer tales conexiones. Simplemente necesitan ayudar con amor y habilidad a los que experimentan una de las épocas más difíciles del sufrimiento humano.
La única vez que un diagnóstico de una causa física podría ser útil sea cuando uno pregunta por los medicamentos siquiátricos. Si hay una causa física, la medicación podría ser justificada. Si no, sería menos justificada. Pero otra vez, no tenemos que encontrar la causa definitiva.
Actualmente, no es posible encontrar una causa física definitiva. No hay pruebas médicas que revelan un desequilibrio químico. La analogía más pertinente es que para algunos la medicación funciona como la aspirina. Es decir que puede aliviar las síntomas, pero no necesariamente trata las causas.
Claro que la gente está libre de tomar la medicación. Sin embargo, la medicación debe venir con un aviso; no puede dirigirse a los asuntos espirituales. Puede ayudarse a dormir, y tal vez puede aliviar algún dolor, pero no tiene el poder de construir la fé. Con demasiada frecuencia, los que toman la medicación adoptan la perspectiva médica acompañante, es decir, que la causa de la depresión es el cuerpo físico. Entonces están menos dispuestos a luchar la batalla espiritual que inevitablemente viene con la depresión, y están un poco vacilante a recurrir a Cristo para fuerza espiritual. A pesar de la causa de la depresión, la realidad más profundo es que el sufrimiento, en este lado de la cruz, tiene propósitos redentivos. Cuando los que sufren entienden que Dios tiene un propósito para su sufrimiento, tienden a vacilar antes de agarrar la medicación.
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