Did Christ Die for Us or for God?/es
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Romanos 3:25-26 A quien Dios puso [Jesucristo] como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.
Introducción
Una de las razones por las cuales es difícil comunicar la realidad Bíblica a gente moderna y secular es que la mentalidad Bíblica y la mentalidad secular surgen de puntos de partida radicalmente diferentes.
Lo que quiero decir por mentalidad secular no es necesariamente una mentalidad que descarta a Dios o que en principio niega que la Biblia sea real. Esta mentalidad comienza con el hombre como la realidad básica dada en el universo. Todo pensamiento comienza con el supuesto de que el hombre tiene derechos, necesidades y expectativas básicas. Entonces, la mentalidad secular surge de este centro y es así como interpreta al mundo, con el hombre y sus derechos y necesidades como la medida de todas las cosas.
Los problemas que ve la mentalidad secular son problemas por la forma en que las cosas se ubican, o no, en ese centro –el hombre y sus derechos, necesidades y expectativas. Y lo que esta mentalidad ve como éxitos son tales porque se adecuan al hombre, sus derechos, necesidades y expectativas.
Esta es nuestra mentalidad al nacer y nuestra sociedad secular refuerza virtualmente cada hora de cada día de nuestras vidas. El Apóstol Pablo llamó a esta mentalidad “Porque el ocuparse de la carne es muerte” (Romanos 8:6-7) y dice que es la forma en que piensa el “hombre natural” (1 Corintios 2:14, traducción literal). Es una parte nuestra tan arraigada que a penas nos damos cuenta de que esta ahí. Lo tomamos por un hecho hasta que choca con otra mentalidad, principalmente con la de la Biblia.
La mentalidad Bíblica no es simplemente aquella que incluye a Dios en algún lugar del universo y dice que la Biblia es real. La mentalidad Bíblica surge de un punto de partida radicalmente diferente, principalmente de Dios. Dios es la realidad básica dada en el universo. Él estaba ahí aún antes de nuestra existencia, o antes de que nada existiera. Él es simplemente la más absoluta realidad.
Y por ende la realidad Bíblica comienza con el supuesto de que Dios es el centro de la realidad. Todo pensamiento comienza con el supuesto de que Dios tiene derechos básicos por ser el Creador de todas las cosas. Él tiene objetivos que están de acuerdo con su naturaleza y carácter perfecto. Entonces la mentalidad Bíblica surge de este centro y así interpreta el mundo, con Dios y sus derechos y objetivos como la medida de todas las cosas.
Lo que la mentalidad Bíblica ve como problemas básicos en el universo no son generalmente los mismos problemas que ve la mentalidad secular. La razón de esto es que la causa de los problemas no es, primero, algo que no se adecua con los derechos y necesidades del hombre sino que no se adecuan a los derechos y objetivos de Dios. Si se empieza con el hombre y sus derechos y necesidades, en lugar de comenzar con el Creador y sus derechos y objetivos, los problemas que se ven en el universo serán muy distintos.
¿Es el enigma básico del universo cómo preservar los derechos del hombre y resolver sus problemas (digamos, el derecho a su auto-determinación y el problema del sufrimiento)? o ¿es el enigma básico del universo un Dios infinitamente valioso en total libertad que puede mostrar la totalidad de su perfecciones –lo que Pablo llama las “riquezas de su Gloria” (Romanos 9:23)- su santidad y poder y sabiduría y justicia e ira y bondad y verdad y gracia?
La forma en que tú respondas a esta pregunta afectará profundamente la forma en que entiendes el acontecimiento central de la historia de la humanidad –la muerte de Jesús, el Hijo de Dios.
Presento nuestro texto (Romanos 3:25-26) con esta larga meditación sobre el poder de nuestros puntos de partidas, porque el problema más profundo que debía resolver la muerte de Jesús es virtualmente incomprensible para la mentalidad secular. Por eso la verdad sobre el propósito de la muerte de Jesús a penas se conoce, y mucho menos apreciada, como parte de nuestra piedad evangélica diaria. Nuestra mentalidad Cristiana está tan retorcida por el hecho de centrar al hombre natural y secular de que a penas podemos entender o amar la centralidad de Dios, de la Cruz de Jesucristo.
“El Significado más profundo de la Cruz”
Nuestro enfoque es muy limitado. Iremos más allá del tema de la justificación y de la reconciliación y del perdón hacia el fondo y fundamento de todo -lo que CEB Cranfield llamó “el significado más profundo de la Cruz” (La Epístola a los Romanos, Vol. 1, I.C.C., Edimburgo: T.&T. Clark, 1975, pp. 213).
Lo que debes escuchar mientras lees este texto es el problema en el universo que la mentalidad Bíblica (la mentalidad de Dios) está tratando de resolver por medio de la muerte de Jesús. ¿Cómo se diferencia de los problemas que la mentalidad secular dice que Dios tiene que resolver?
A quien Dios puso (Jesucristo) como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados (Romanos 3:25).
Redúcelo al problema más básico que la muerte de Jesucristo debe resolver. A quien Dios puso como propiciación (lo mandó a morir), para manifestar su justicia. El problema que debía resolverse era que Dios, por alguna razón, pareció ser injusto, y quería reivindicarse y limpiar su nombre. Ese es el tema principal. La justicia de Dios está en juego. Su nombre o reputación u honor deben ser reivindicados. Ante la Cruz puede ser por nuestro bien, debe ser por la justicia de Dios.
¿Pero qué creó ese problema? ¿Por qué Dios se enfrenta al problema de necesitar dar una reivindicación pública de su justicia? La respuesta se encuentra en la última frase del verso 25: “a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados”.
Ahora ¿Qué significa esto? ¿Significa que por siglos, Dios ha hecho lo que dice el Salmo 103:10 “No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, no nos ha pagado conforme a nuestros pecados”? Él los ha estado perdonando y dejándolos ir sin castigo.
Como David menospreció a Dios
El Rey David es un buen ejemplo. En 2 Samuel 12, el profeta Natán lo enfrenta por haber cometido adulterio con Betsabé y luego por haber mandado a asesinar a su marido. Natán dice “¿Por qué entonces tuviste en poco la palabra de Jehová?” (2 Samuel 12:9).
David siente el reproche de Natán, y en el verso 13 él dice, “Pequé contra Jehová”. A esto Natán le responde “También Dios ha remitido tu pecado, no morirás”. ¡Así de fácil! Adulterio y asesinato son pasados por alto. Es casi increíble. Nuestro sentido de justicia grita “¡No! ¡No puedes dejarlo así nomás! ¡Merece morir o ir a prisión de por vida!” Pero Natán no dice eso. Él dice “También Jehová ha remitido tus pecados, no morirás”.
¿Por qué el perdón es un problema?
Esto es lo que Pablo quiere decir en Romanos 3:25 por pasar por alto los pecados del pasado. Pero ¿por qué es esto un problema? ¿La mentalidad secular siente esto como un problema -que Dios es gentil con los pecadores? ¿Cuántas personas fuera del alcance de la influencia Bíblica luchan con el problema de que un Dios santo y justo hace salir el sol sobre malos y buenos y envía lluvias al justo y al injusto (Mateo 5:45)? ¿Cuántos luchan contra la aparente injusticia que Dios es misericordioso con los pecadores? ¿Cuántos Cristianos luchan con el hecho de que su propio perdón es una amenaza a la justicia de Dios?
La mentalidad secular ni siquiera evalúa la situación de la misma manera en que lo hace la mentalidad Bíblica. ¿Por qué? Porque la mentalidad secular piensa desde un punto de partida radicalmente diferente. No comienza con los derechos del Creador, Dios – el derecho de sostener y manifestar el valor infinito de su justicia y gloria. Comienza con el hombre y asume que Dios se adaptará a nuestros derechos y deseos.
El pecado es minusvalorar la Gloria de Dios
Observa el verso 23: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Lo que está en juego cuando pecamos es la gloria de Dios. Cuando Natán enfrenta a David, él cita a Dios de la siguiente manera: “¿Por qué me has menospreciado?”. Podríamos imaginar a David diciendo: “¿Qué quieres decir con que yo te he menospreciado? Yo no te he menospreciado. Ni siquiera estaba pensando en ti, yo sólo deseaba a esta mujer y luego tenía miedo de que la gente lo descubriera. Ni siquiera estabas en mi cabeza.”
Y Dios le hubiera contestado: “¡El Creador del universo, el diseñador del matrimonio, la fuente de vida, el que te da la vida, quien te ungió en rey – Ese mismo, Yo, el Creador, ni siquiera estaba en tu cabeza! Correcto, David. Eso es exactamente lo que yo quiero decir. Tú me has menospreciado.” Todo pecado es un menosprecio hacia Dios antes de ser un daño para el hombre. Todo pecado es una preferencia por los placeres pasadizos del mundo sobre la alegría eterna de una camaradería con Dios. David menospreció la gloria de Dios. Él desvalorizó a Dios. Él deshonró el nombre de Dios. Ese es el significado de pecado –fracasar en nuestro amor por la gloria de Dios por sobre todas las demás cosas.” “Pues todos hemos pecado y estamos lejos de la gloria de Dios”
El insulto de absolver a los anarquistas
Supongamos que un grupo de anarquistas trama asesinar al Presidente de los Estados Unidos y a todo su gabinete y casi lo logra. Sus bombas destruyen parte de la Casa Blanca y mata a algunos empleados y el Presidente apenas logra escapar. Atrapan a los anarquistas y el tribunal los declara culpables. Sin embargo, los anarquistas luego dicen estar arrepentidos y, por ende, el tribunal suspende sus sentencias y los deja en libertad. Ahora bien, ¿cuál seria el mensaje al mundo sobre el valor de la vida del Presidente y de la importancia de su gobierno? El mensaje diría que son de muy poco valor.
Eso es lo que comunica pasar por alto el pecado: La gloria de Dios y su gobierno justo son de menor valor o no tienen valor.
Además de la revelación divina, la mente natural –la mente secular- no ve o siente este problema. ¿Qué persona secular pierde el sueño por la aparente injusticia de la bondad de Dios hacia los pecadores?
Sin embargo, y de acuerdo a Romanos, este es el problema más básico que Dios resolvió con la muerte de su Hijo. Leámoslo nuevamente: “a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados; con la mira de manifestar en este tiempo su justicia …” (versos 25b-26a) Dios sería injusto si pasara por alto los pecados como si el valor de su gloria fuera nada.
Dios vio su gloria menospreciada por los pecadores (como David), él vio como se desvalorizaba su valor y como se deshonraba su nombre con nuestros pecados – y en lugar de reivindicar el valor de su gloria matando a su gente, el reivindicó su gloria matando a su Hijo.
Dios podría haber saldado las cuentas castigando con el infierno a todos los pecadores. Esto hubiera demostrado que Él no minimiza que nosotros no alcanzamos su gloria –nuestra desvalorización de su honor. Pero Dios no deseaba destruir. “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.” (San Juan 3:17).
¿Conocemos (¡y compartimos!) la pasión más profunda de Dios?
Conocemos muy bien esta verdad. Sabemos muy bien que Dios es para nosotros. Sabemos que nuestra salvación es el objetivo de haber enviado a Jesús. Pero, ¿conocemos el fundamento de todo esto? ¿Sabemos que existe un objetivo más profundo al haber enviado a su Hijo? ¿Sabemos que el amor de Dios por nosotros depende de un amor más profundo, principalmente, el amor de Dios por su gloria? ¿Nos damos cuenta de que el logro de nuestra salvación no se centra en nosotros sino en la gloria de Dios? La reivindicación de la gloria de Dios es la base para nuestra salvación (Romanos 3:25-6) y exaltar la gloria de Dios es el objetivo de nuestra salvación. “Cristo Jesús vino a ser siervo de los judíos… para que los Gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia” (Romanos 15:8-9).
¿Puede ser la auto-exaltación un acto de amor?
Alguien puede preguntar, ¿Cómo puede ser que el amor por Dios sea tan auto-exaltante en la obra de la cruz? Si el realmente exalta su propia gloria y reivindica su propia justicia, entonces ¿cómo es que la cruz realmente es un acto de amor hacia nosotros?”
Temo que la pregunta traiciona la mentalidad secular común con el hombre como su centro. Asume que, para nosotros ser amados, Dios debe colocarnos en el centro. Debe resaltar nuestro valor. Si nuestro valor no se acentúa, entonces no somos amados. Si nuestro amor no es la base de la cruz, entonces no estamos en estima. El supuesto de tal cuestionamiento es que la exaltación del valor y gloria de Dios por sobre el hombre no se encuentra en la esencia básica de lo que es el amor de Dios por el hombre.
La mentalidad Bíblica, sin embargo, afirma exactamente lo opuesto. La cruz es el pináculo del amor de Dios por los pecadores, no porque demuestra el valor de los pecadores sino porque reivindica el valor de Dios por los pecadores. El amor de Dios por el hombre no consiste en poner al hombre en el centro sino que poniéndose Él en el centro del hombre. La cruz no dirige la atención del hombre hacia su propio valor reivindicado sino que a la justicia reivindicada de Dios.
Esto es amor, porque la única felicidad eterna para el hombre es la felicidad enfocada en las riquezas de la gloria de Dios. “En tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre.” (Salmo 16:11). La auto-exaltación de Dios es amar, porque nos preserva y ofrece el único Objeto de deseo que satisface todo en el universo –el todo glorioso, todo justo Dios.
¿Por qué la Cruz es una necedad?
La razón principal del por qué la cruz es una necedad para el mundo es que significa el final de la auto-exaltación de los humanos, y un compromiso radical con la exaltación de Dios. No, “compromiso”no es realmente la palabra exacta. Más bien, la cruz es un llamado radical a la exaltación en la exaltación de Dios. La cruz es la muerte de nuestra demanda de ser amado por habernos convertido en el centro. Y es el nacimiento de la alegría en el hecho de que Dios es el centro.
¿Es la Cruz tu alegría?
Realiza tu propio examen. ¿Cuál es tu mentalidad? ¿Empieza con Dios y sus derechos y objetivos? o ¿empieza contigo y tus derechos y deseos?
¿Qué sucede cuando miras la muerte de Jesús? ¿Tu alegría realmente surge de traducir este maravilloso trabajo divino en un estímulo para tu auto-estima? o ¿sales de tu ensimismamiento y llenas con asombro y reverencia y adoración que aquí en la muerte de Jesús es la declaración más clara y profunda de la estima infinita de Dios por su gloria y por su Hijo?
Aquí yace un gran fundamento objetivo para la total certeza de esperanza: el perdón de los pecados se fundamenta, finalmente, no en mi valor finito o trabajo sino en el valor infinito de la justicia de Dios –la lealtad gentil de Dios de mantener y reivindicar la gloria de su nombre.
Te ruego con todo mi corazón, que tomes tu postura en esto. Basa tu vida en esto. Fundamenta tu esperanza en esto. Serás libre de la mentalidad superflua de este mundo. Y nunca te caerás. Cuando la exaltación de Dios, de Dios en Cristo es tu alegría, nunca puede fallar.