Rejoice with Trembling/es
From Gospel Translations
Una meditación sobre el Salmo 2:11-12
"Servid a Jehová con temor, Y alegraos con temblor.
Honrad [Besad] al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino;
Pues se inflama de pronto su ira.
Bienaventurados todos los que en él confían.
[Reina Valera – Antigua]
"Servid a Jehová con temor'. . .
Este mandamiento no contradice el Salmo 100:2: “Servid a Jehová con alegría.” Servir al Señor con temor y servir al Señor con alegría no es una contradicción. La siguiente frase lo aclara plenamente (“alegraos con temblor”). El temor verdadero y la alegría verdadera existen. La razón por el temor verdadero es que existe un peligro verdadero. Nuestro Dios es fuego consumidor (Heb. 12:29). Es cierto, los elegidos están salvaguardados en Cristo. Pero Pablo nos dice “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo esta en vosotros, a menos que estéis reprobados?” (2Cor 13:5). ”Así que, el que piensa estar firme, mire que no se caiga” (1Cor 10:12). La confianza en Cristo no es sin cuidados. Nuestra seguridad yace no en nuestras decisiones pasadas pero en el cuidado diario de Dios. “[Él puede] guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria” (Judas 1:24). Parte de su cuidado es que despierta en nosotros la devoción para apoyarnos diariamente en Cristo y no en nosotros mismos.
. . . Y alegraos con temblor.
El temor no nos roba la alegría por dos razones. Una es que nos acerca a Cristo quien nos mantiene seguros. La otra es que, en esa cercanía, la parte del temor de la que Cristo nos libera es la parte que destruye la esperanza. Pero nos deja con la otra parte – la parte que queremos sentir por siempre. Queremos maravillarnos o asombrarnos o temblar ante la grandeza siempre y cuando estemos seguros de que no nos destruirá. Este temblar no se opone a la alegría; es parte de la alegría. Vamos a ver películas de horror porque sabemos que el monstruo no nos puede lastimar en el cine. Queremos sentir miedo siempre y cuando estemos a salvo. Por algún motivo, nos gusta. Es un eco de la verdad de que fuimos hechos para Dios. Algo de sentirse “aterrorizado” es profundamente satisfactorio cuando sabemos que no podemos ser lastimados. Lo mejor es cuando el temblor viene de la grandeza de lo sagrado.
Honrad [Besad] al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino . . .
Dios es celoso de su Hijo. “No te has de inclinar a ningún otro dios pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es" (Éxodo 34:14). Su ira se inflama cuando el afecto designado para él le es dado a otro. Claro que existe el beso de Judas. Ese no es el significado en este caso. Este beso es el beso de adoración y sumisión – quizás un beso en los pies al inclinarnos ante él. Con Dios no se juega. Si amamos más a otro, pereceremos. Él será nuestro más grande tesoro, o nuestro enemigo. El lugar más seguro del universo es a los pies de nuestro Dios y Salvador, Jesucristo. Si preferimos darle la espalda por otro tesoro, se desatará su ira contra nosotros.
. . . Pues se inflama de pronto su ira.
La palabra pronto puede no ser la mejor en este lugar. Esta palabra puede significar rápido en el sentido de ser repentino. La Biblia describe a Dios constantemente como "misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande misericordia y verdad" (Éxodo 34:6). No “rápido para la ira” sino “tardo para la ira”. Por lo tanto, quiero pensar que Salmo 2:12 significa “Se inflama repentinamente su ira.” En otras palabras, no debemos probar su paciencia porque puede acabarse repentinamente y podemos ser consumidos por su ira. Si continuamos besando su creación y no a su Hijo, encontraremos repentinamente los colmillos de la serpiente en nuestros labios. No nos confiemos de la paciencia de Dios.
Bienaventurados los que en él confían.
El único lugar en que estamos a salvo de la ira de Dios es en Dios. Todo lugar fuera de su cuidado es peligroso. Él es el único refugio de su propia ira. Si lo vemos como aterrorizante y tratamos de huir para escondernos, no encontraremos donde escondernos. No existe escondite. Alejados del cuidado de Dios sólo existe ira. Pero existe un refugio de la ira de Dios y ese lugar es Dios. El mejor refugio de la ira de Dios – el único refugio – es Dios. Acerquémonos a Dios. Refugiémonos en Dios. Escondámonos a la sombra de sus alas. Aquí es donde vivimos y servimos con temblor alegre. Es terrible y maravilloso. Es como el ojo del huracán – terror en todo alrededor y totalmente hermoso y en paz. Aquí existe un dulce compañerismo. Aquí existe una silenciosa y amorosa comunión. Aquí hablamos con él como un amigo. Aquí él satisface nuestras más profundas necesidades. Los convido a venir.
A salvo en Cristo con Ustedes,
Pastor John